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Actualizado: 26 de octubre de 2025
Al acordarse de su tesoro tuvo otra sacudida, y se removió en el asiento lastimándose mucho con el duro contacto de aquellos mal llamados muelles. «Pero el cuento más salado ¡narices! dijo Olmedo , es el del panadero. ¿Lo sabes tú? Cuando aquel obispo fue a la visita pastoral y se acostó en la cama del cura... Veréis...». Fortunata se levantó para marcharse.
Bástele a V. saber que se trata de un nuevo sistema de locomoción marítima, sin ayuda de remos, velas, vapor ni electricidad. »La mañana estaba hermosísima; miles de curiosos llenaban los muelles; el lanchón de los holandeses, que surcaba las aguas con pasmosa velocidad, pasó junto al bote en que venía Manuel.
El puerto viejo, encajonado en plena ciudad, cambiaba de aspecto según las horas y el estado de la atmósfera. En las mañanas serenas era de un verde amarillento y olía ligeramente á agua descompuesta: agua orgánica, agua animal. Los puestos de ostras y erizos establecidos en sus muelles parecían rociados con esta agua impregnada de mariscos.
Y uniendo la acción a la palabra, se recostó, mejor dicho, se dejó caer sobre un sillón de muelles en los cuales se hundía su pesado cuerpo. «Voto va Deu, ¡qué blando es esto!, ¡qué comodidad! exclamó riéndose de su propia malicia . ¡Valientes pícaros! Ya os daría yo en vez de sillones de muelles, por ejemplo, un banco de carpintería... ¡Hala, y darle al mazo!».
En el mareo embriagador de sus últimos giros, columbré el rostro de don Benito, que del brazo de Fernanda nos miraba con una sonrisa mefistofélica, en el momento en que el eco de los violines se apagaba, y Blanca caía fatigada voluptuosamente sobre un sofá que la sostuvo y balanceó un instante en sus muelles y flexibles elásticos.
La primera impresión, al llegar Lúzaro, fué un gran asombro, al ver lo insignificante de los muelles, de la ciudad, del río. ¡Me parecía tan pequeño, tan desierto, tan triste! Me había figurado grande la entrada del puerto; hermoso, el río; anchos, los muelles, y al verlos quedé asombrado; me parecieron de juguete. No vale la pena de vivir aquí me dije al llegar.
Todo quedó en silencio un breve rato; oyéronse después los ligeros pasitos en diversas direcciones; tornáronse a acercar a la puerta, sintiéndose tras ella el roce del vecino sospechoso que espiaba, y más tarde, al dar la una en el reloj del hotel, oyóse un golpe semejante al de un cuerpo pesado que cae sobre un colchón de muelles; después un ¡Aaaaaah! prolongadísimo, un bostezo formidable, que vino a tranquilizar a Jacobo.
Pero es profunda, está muy bien canalizada y sus muelles de uno y otro lado son tan completos, que la hacen parecer una inmensa calle fluvial desde el mar hasta Bilbao. Todo es allí pequeño pero gracioso, interesante y útil.
Al entrar en los puertos españoles, la menor contrariedad en el amarre del buque, una discusión con los empleados oficiales, la falta de espacio para un buen fondeo, le hacían sonreír con amargara. «¡Desgraciado país!... Todo era obra del altar y el trono.» En el río de Londres ó ante los muelles de Hamburgo, el capitán Ferragut se burlaba de su subordinado.
A ratos se acordaba de don Juan, imaginando que la jugarreta tenía muchísima gracia; y cada vez que al recostarse se hundían, bajo su peso, los muelles de las butacas, creía sentarse sobre la propia dignidad de su enemigo.
Palabra del Dia
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