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Soledad le escuchó en silencio y se contentó con hacer una mueca de desdén. Y sin parar mientes en su disgusto, siguió riendo con más alegría aún las bufonadas de Antoñico.

Naturalmente responde Martín haciendo una mueca. Se diría que la sola idea de que David pudiese faltar del molino lo ha llenado de terror. Juan se echa a reír: ¿Dónde está, pues, ese pícaro viejo? ¡David! ¡David! Y la voz potente de Martín resuena a través de la sala, dominando el ruido de las ruedas.

Al verle, me latió el corazón, como late el de los grandes capitanes la víspera de una batalla. Veamos, hija mía me dijo así que hubo corregido los deberes y esbozado una mueca al notar su laconismo, pasemos a Francisco I y examinémosle bajo todas sus faces.

No la he visto hace un siglo... ¡ni ganas! respondió con reprimido acento de cólera, puestos los ojos en el techo. Soledad le contempló fija y severamente largo rato; luego, alzando los hombros, hizo una leve mueca de desdén. Manolo adivinó esta mueca sin verla y volviendo su rostro turbado: Dispensa, hija; no puedo remediarlo... Tu madre me ha hecho mucho daño. ¡Qué niño eres, Manolo!

El ermitaño se acercó a ella con la obsequiosidad de un tendero que ensalza los géneros del establecimiento. ¿Iba aquello mejor? ¿Probaba la visita a la Virgen?... La pobre enferma, cada vez más pálida, revelando con una mueca de dolor las terribles punzadas que sufría en sus entrañas, no se atrevía a contestar por miedo a ofender a la milagrosa señora. «¡No sabía!... ... realmente debía estar mejor... ¡Pero aquella subida!... Esta promesa no había dado tan buen resultado como las anteriores, pero tenía fe: la Virgen sería buena para ella y la curaría».

Celesto hizo una mueca horrorosa con su nariz multicolora. Porque es tiempo de manifestar que la nariz del mensajero no era bermeja, como a primera vista le había parecido a Andrés, sino que, dominando este color notablemente, todavía dejaba que otros matices, tirando a amarillo, verde y morado, se ofreciesen con más o menos franqueza entre los muchos altibajos y quebraduras que la surcaban.

Perdona si mis palabras te han ofendido. Fernanda hizo una mueca de desdén y se alejó exclamando: ¡Arrepiéntete, pecador, que el infierno tienes delante! ¡El infierno! Esta palabra, soltada a la ligera, como broma, hizo dar un vuelco a su corazón; despertó la preocupación constante de su existencia desde hacía algún tiempo. Todos los Gayoso habían vivido bajo la influencia de esta idea funesta.

Esta breve conversación fué en francés, y Celinda sólo pudo comprender algunas palabras; pero adivinó que la otra había dicho algo contra ella, é hizo una mueca de desprecio asomando su lengua entre los labios. Pasaron á continuación los jinetes del segundo grupo. El marqués saludó ceremoniosamente á la joven.

La capa de la bohemia es la aristocracia incomprendida de los vulgos, y nunca como ahora, en este momento, es anacrónica y absurda. Es el gesto bravío ante la mueca horrible de la miseria, el rictus de desdén ante los artículos de fondo y demás cosas sin alas, sin gracia, sin espíritu.

Indicole Amaury con un ademán que estaba dispuesto a prestarle atención, no sin hacer cierta mueca, que revelaba su prematura incredulidad para cuanto le iba a decir.