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Actualizado: 16 de julio de 2025


Y como si esto en vez de un placer, en vez de una gloria fuese para Petra una carga, un trabajo, el mejor mozo de Vetusta le pagaba el servicio con amores de señorito que eran los que ella había saboreado siempre con más delicia, por un instinto de señorío que siempre la había dominado. Pero además gozaba de otra venganza más suculenta que todas estas la endiablada moza. ¿Y el Magistral?

Había olvidado con desprecio á aquella detestable Verónica... ¡pero Luisa!... ¡una muchacha que era moza de retrete, y á la que he hecho casi una dama! Pero no la habéis dado marido, y ella se ha provisto de galán. ¡Pero qué galán! Cosas de las mujeres. ¿Y qué debo hacer?

Entretanto, la ventera y una buena moza que la ayudaba habían colocado sobre la maciza mesa de encina los apetitosos platos que formaban la cena de Simón, acompañados de algunas enormes rebanadas de plan blanco.

Me han engañado, me han embaucado, no he puesto en la calle a esa moza desvergonzada, se han reído de y ha triunfado el infierno».

Reñimos en entrando el huésped: «¿Es posible que no he de ser yo poderoso para que barra esa moza? Perdone V. Md., que han comido aquí unos amigos, y estos criados...», etc. Quien no nos conoce cree que es así y pasa por convite. Pues ¿qué diré del modo de comer en casas ajenas?

La moza era maja, y algunos bienes tenía que heredar en su día; pero no se encontraba «al regolver de cada calleju» un hombre de bien, que era un caudal «de por mesmo». Bien lo conocía ella, y por eso miraba a Chisco con buenos ojos; pero era muy otro el mirar de su padre, y él se entendería.

Abajo, la mayor parte de las operarias eran madres de familia, que acuden a ganar el pan de sus hijos, agobiadas de trabajo, rebujadas en un mantón, indiferentes a la compostura, pensando en las criaturitas, que quedaron confiadas al cuidado de una vecina; en el recién, que llorará por mamar, mientras a la madre la revientan los pechos de leche.... Arriba florecen todavía las ilusiones de los primeros años y las inocentes coqueterías que cuestan poco dinero y revelan la sangre moza y la natural pretensión de hermosearse.

-Luego, ¿bien las remediárades vos, señora doncella -dijo Dorotea-, si por vos lloraran? -No lo que me hiciera -respondió la moza-; sólo que hay algunas señoras de aquéllas tan crueles, que las llaman sus caballeros tigres y leones y otras mil inmundicias.

Anoche, andando de ronda, topé una muy hermosa doncella en traje de varón y un hermano suyo en hábito de mujer; de la moza se enamoró mi maestresala, y la escogió en su imaginación para su mujer, según él ha dicho, y yo escogí al mozo para mi yerno; hoy los dos pondremos en plática nuestros pensamientos con el padre de entrambos, que es un tal Diego de la Llana, hidalgo y cristiano viejo cuanto se quiere.

El, como todos, me había dicho que me llevaría consigo... y como los otros me ha dejado aquí. Miróme profundamente el capitán, y dijo como hablando consigo mismo: Pedirla más hermosa sería avaricia, y parece inocente Muchacha añadió dirigiéndose á , ¿quieres ser la prenda de un mozo de rumbo? No os entiendo le contesté. ¿Quieres ser mi moza, digo?

Palabra del Dia

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