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Actualizado: 16 de julio de 2025
Disculpa tiene en quererla El señor don Juan. La moza En otro traje pudiera Hacer á cualquiera dama Pesadumbre y competencia. 1680 ¿Es todo por darme vaya? DO
Su madre encontraba que en la posición algo señoril, desahogada y decorosa en que ya imaginaba hallarse, y atendido el desenvolvimiento físico de Juanita, que había llegado a transformarse de muchachuela en una magnífica y real moza, no estaba bien y era darse poquísimo tono el ir por agua a la fuente como la más plebeya y humilde pelafustana.
¿De qué queréis que diga? contestó Velludo ; ¿de esta buena moza, de estas perdices, ó de vos? No por cierto; de lo que acaba de suceder. Ello dirá.
Pequeñín y miserable en apariencia, abatió de un empujón a la buena moza; hizo caer de rodillas aquella soberbia máquina de dura carne, y retrocediendo buscó algo en su faja. Marieta estaba anonadada. Nadie en el camino.
Pero si yo no os pregunto nada de eso; si no quiero saber nada de eso dijo doña Clara. Sabéis que os he visto así, doña Clara, tamañita, cuando érais de la cámara de la infanta doña Catalina. Que os he seguido paso á paso, cuando os hicísteis mozuela, y después cuando fuísteis moza, hasta ahora que sois la dama de las damas. A propósito, se murmura que os nombran dama de honor.
¡Miserable loco! exclamó, sin soltar á la doncella, que se debatía inútilmente. ¿Osas darme órdenes? ¡Sigue tu camino, aléjate á toda prisa, si no quieres que te arroje de aquí á puntapiés! ¡Largo, te digo! Esta buena moza ha venido á visitarme y no quiero que me deje tan pronto. ¿No es así? dijo soltando el talle de la joven y asiéndola por una muñeca.
Reñimos en entrando al huésped: "¿Es posible que no he de ser yo poderoso para que barra esa moza? Perdone vuestra merced, que han comido aquí unos amigos, y estos criados...." etc. Quien no nos conoce, cree que es así, y pasa por convite. Pues ¿qué diré del modo de comer en casas ajenas?
Doña Clara, que si bien más moza que Lucía, era más reflexiva y grave, sintió que su amiga hubiese confiado á su tío aquel secreto, y no pudo reprimir las muestras de su disgusto, frunciendo el entrecejo, poniéndose más seria y tiñéndose al mismo tiempo de grana sus mejillas con la vergüenza y el enojo.
¡Diablo! dijo don Pedro , del mal el menos; es buena moza cuanto puede pedirse, y parece honrada y buena... ¿qué diablos de complicaciones...? una querida más... y una pensión más... porque si no es mi querida, sospechará... podrá presumir, y es necesario que no presuma.
Esta gentil moza, pues, ayudó a la doncella, y las dos hicieron una muy mala cama a don Quijote en un camaranchón que, en otros tiempos, daba manifiestos indicios que había servido de pajar muchos años. En la cual también alojaba un arriero, que tenía su cama hecha un poco más allá de la de nuestro don Quijote.
Palabra del Dia
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