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Actualizado: 22 de junio de 2025


¡Y qué hermana de la caridad consolando a los moribundos, curando a los heridos!... Cuando yo mismo estuve fuera de combate... ¡No me lo habías dicho!

El canto quejumbroso y melancólico de los pueblos tristes y moribundos, despertaba inexplicables recuerdos, ecos de una existencia anterior. El alma morisca se estremecía en ellos oyendo aquellas coplas de muerte, de sangre, de amores desesperados y fanfarronas amenazas.

Sabra reconocer mis bondades por medio de nuevos crimenes. Una ciudad floreciente esta sumergida en el sueno, la aurora alumbrara su desolacion: la horrible peste ha caido de repente sobre los habitantes durante su descanso. Pereceran a millares. Los vivos huiran de los moribundos que deberian consolar; pero nada podra defenderlos de los tiros crueles de la muerte.

Hizo entonces el otro jesuita que el padre Mateu se volviese a Loyola antes que cerrase la noche, acompañándole don Federico en el coche que esperaba, y los dos ancianos, los dos moribundos, separáronse sin pesar, como dos amigos que en el dintel de un palacio en que han de entrar por puertas distintas se estrechan la mano diciéndose: ¡Hasta luego!...

estás mirando muy lejos, allá en la eternidad, con tus brillantes y moribundos ojos. Díme, ¿qué es lo que ves?

Lo mismo el confesor que los libros devotos le aconsejaban que pensase con frecuencia en la cruenta pasión y muerte del Redentor, y así lo había hecho hasta entonces, embargada de dolor y anegada en lágrimas. Se le clavaba en el alma aquel rostro contraído y angustiado de Jesús en la cruz, aquellos ojos entornados y moribundos, donde aun ardían el amor y la bondad eterna de un Dios.

Nuestros ejércitos son los representantes de nuestra cultura, y en unas cuantas semanas librarán al mundo de su decadencia céltica, rejuveneciéndolo. El porvenir inmenso de su raza le hacía expresarse con un entusiasmo lírico. Guillermo I, Bismarck, todos los héroes de las victorias pasadas, le inspiraban veneración, pero hablaba de ellos como de dioses moribundos, cuya hora había pasado.

Una nube de pensamientos flamígeros daba vueltas en torno de su cabellera y le impedía ver las que se cernían en las alturas, besadas suavemente por los moribundos rayos del sol. ¡Qué cara pondrían los tres graves señores que marchaban á su lado si dijese en alta voz lo que iba pensando! En una de las calles dejaron á D. Primitivo, que se metió en su casa.

El señor Durand hubiera deseado quizá terminar todas sus operaciones tan caballerescamente, pero sus otros clientes, espantados de la violencia del tópico, que había, no obstante, dado tan buenos resultados en el maestro Zeli, prefirieron emplasto de estopa y de grasa, que el honrado doctor aplicaba indistintamente a todo y para todo, con un suplemento de consuelos para los moribundos.

Esa pasion pues dirigida á un objeto bueno, ha producido un resultado excelente, que tal vez sin ella no se hubiera conseguido: en aquellos momentos críticos, terribles, en que el estruendo del cañon, la gritería del enemigo cercano, y los ayes de los camaradas moribundos, comenzaban á introducir el espanto en su pecho, la razon enteramente sola tal vez hubiera sucumbido; pero ha llamado en su ayuda á una pasion mas poderosa que el temor de la muerte: el sentimiento del honor, la vergüenza de parecer cobarde; y la razon ha triunfado, el deber se ha cumplido.

Palabra del Dia

vorsado

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