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Actualizado: 22 de junio de 2025


Cuidaba el celo del licenciado Salazar de exhortar á los moribundos, persuadiéndolos á que en su última agonia invocasen los dulces nombres de Jesus y de Maria, pero tuvo que lamentarse mucho su caridad á vista de la pertinacia con que espiraban.

Las cabañas, donde, con mano amiga, dulcificaba los dolores de sus convecinos. Donde recogía el último suspiro de los moribundos. Donde socorría a las viudas y enjugaba el llanto de los niños arrodillados ante el cadáver de su padre, mientras les decía estas palabras: «A cambio del oro que os doy, rezad por su almaAllí está la higuera al pie de cuyo tronco mecía nuestras cunas.

Pero usted no morirá añadió golpeándose el pecho . Me lo dice el corazón. Poco después de salir el sol, varios hombres fueron reuniéndose en una pradera de hierba rala vecina al río. Tenía por límite unos sauces viejos y con las raíces medio descubiertas, que se inclinaban moribundos sobre la corriente, como si de un momento á otro fueran á dejarse caer en ella. El lugar era triste.

Cayeron cual jigantes En medio de la gloria: Sus páginas brillantes Abrió la inmensa historia, Y en letras de granito Su triunfo ha sido inscrito Con fúlgido esplendor. Ese pendon miraron Yaciendo moribundos, Del suelo se aferraron Con brazos tremebundos, Cual si al morir peleando La tierra asi abrazando Quisieran defender.

A donde él va pronto es al nicho.... Pero los moribundos suelen tener doble vista, y puede que haya visto la mejoría de Valentín... voy corriendo, corriendo. ¡Cuánto me estorban estos malditos cuadros! ¡No dirán ahora que soy tirano y judío, pues rasgos de estos entran pocos en libra!... No me dirán que me cobro en pinturas, pues por estos apuntes, en venta, no me darían ni la mitad de lo que yo .

Desnoyers pensó que su castillo no era mas que uno de los muchos hospitales establecidos en una línea de más de cien kilómetros, y que al otro lado, detrás de los franceses, existían centros semejantes y en todos ellos reinaba igual actividad, sucediéndose con aterradora frecuencia las remesas de hombres moribundos.

Algunas veces, la pobre mujer sonreía, como si ante sus ojos moribundos pasasen seductoras visiones. ¿Qué piensa usted, Micaela? preguntaba Tónica . ¿Ve usted algo? Nada, hija mía; veo el sol, que es lo único que puedo ver. Pero mentía. Veía con los oídos. Las palabras de los jóvenes, aquellos desahogos de un amor tranquilo, le alegraban, y su fantasía poblaba de imágenes las muertas retinas.

Esta última palabra les es aplicable, pues hacen el efecto de unos intrigantes, de gentes desclasificadas que, sin oficio conocido, viven de expedientes, de recursos poco dignos. Factótums bastardos, ni carne ni pescado, acomódanse un poco de todo, de los muertos, de los moribundos, de los vivos, y en ocasiones hasta de los animales terrestres.

Unas eran de esquelética delgadez, otras de lívidas adiposidades; pero todas llevaban el rostro escandalosamente cubierto de bermellón y círculos acarbonados en torno de los ojos moribundos. Un luis, mi príncipe murmuró la más atrevida . Tengo la seguridad de que me dará la suerte. Le temblaba al hablar la dentadura postiza, demasiado grande.

Sus ojos entreabiertos tenían una aureola de momentáneas arrugas; la nariz había tomado el lívido afilamiento de los moribundos. El casco de sus cabellos, roto bajo el puñetazo, se esparcía en mallas doradas y ondulantes. Algo negro serpenteaba formando hilillos sobre la seda del almohadón.

Palabra del Dia

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