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Dudaba yo que, después de lo que llevaba visto en la alta montaña, hubiera en la cuenca del río, desde Tablanca hacia abajo, cosa que pudiera cautivar mi atención; y así sucedió, en efecto: sin dejar de ser áspera, angosta y montaraz en su parte más elevada, carecía de la grandeza imponente de los desfiladeros de «arriba». Los pueblos, amontonados, en sendas rinconadas de la garganta, iban sucediéndose a mi paso con la regularidad de las estaciones de un ferrocarril.

A cada paso, la marcha se hacía más difícil; pero en los momentos en que el vapor de agua, los torbellinos de espuma y los cambiantes prismáticos, sucediéndose con una rapidez eléctrica, no nos enceguecían, el cuadro que teníamos por delante, el reventar de la mole inmensa contra la roca, el torbellino níveo que se levantaba, el fragor de ese trueno constante, eran compensaciones más que suficientes a las angustias de la marcha.

En todo discurso, si se enuncia por el lenguaje humano, las imágenes, las pasiones y los pensamientos van tomando forma, sucediéndose y mostrándose con cierto orden y gradación, unos en pos de otros. En Fray Miguel no era así: en silencio exterior estaba él, sin voz y sin acento que pudiesen percibir los sentidos; pero allá en los abismos de su alma se levantaba tempestad espantosa.

Las llamadas comedias son muy diversas por su índole y por su fondo. Algunas son comedias dialogadas, que abrazan la vida entera de un hombre, sucediéndose unos á otros los acontecimientos, sin lazo especial que los una.

Tiene la volubilidad, la indiferencia, y los momentáneos caprichos del niño: como este odia y ama, como este quiere y olvida, sucediéndose en los impenetrables misterios de su espíritu, las más fuertes impresiones, sin dejar el dolor la más ligera huella, ni el placer el más mínimo recuerdo.

Luego venían otras provincias, y luego otras, sucediéndose en la tarea durante años; el trabajo se concluía y ahora nosotros los admiramos, viajamos, vamos al Egipto y á Roma, enzalzamos á los Faraones, á la familia Antonina... Desengáñese V.; los muertos muertos se quedan y sólo al fuerte le da la razon la posteridad.

Y lo que agravaba más esta situación era la incertidumbre, la espera del acontecimiento temido y todavía invisible, la angustia por el peligro que nunca acaba de llegar. La Historia se extendía desbordada fuera de sus cauces, sucediéndose los hechos como los oleajes de una inundación.

Tales son, en el acto primero, su excelente exposición, tantas veces imitada; en el segundo, la escena en que Don Gutierre registra su casa para descubrir en ella el amante oculto de su esposa, atrapando sólo al gracioso, que prorrumpe en gritos descompasados, haciendo creer á Doña Mencía, llena de horror, que ha sido descubierto su amante; después el monólogo en que Don Gutierre se esfuerza en mirar, bajo el punto de vista más favorable posible, la causa de sus celos; luego el diálogo nocturno entre Don Gutierre y su esposa, en que la última, creyendo hablar con Don Enrique, confirma las sospechas de su marido; finalmente, todo el acto tercero, obra magistral y perfecta, durante el cual el espectador más impasible no puede menos de seguir sin respirar la rapidez de los sucesos, que se precipitan, sucediéndose unas á otras las escenas interesantes, y terminando el drama con tanta pasión como energía. ¡Cuán poética, y, al mismo tiempo, cuán dramática y de cuánto efecto no es, poco antes de la catástrofe, la invención de hacer oir en la calle, cantado por una voz misteriosa, cierto romance sobre la partida del Infante!

Y en una ciudad tan esencialmente comercial como Southampton, donde se cruzan dia por día millares y millares de viajeros sucediéndose con rapidez, los espectáculos carecen naturalmente de importancia.

Distraída la atención de la gente hacia los tristes acontecimientos políticos que van sucediéndose, poco ó nada interesan los trabajos literarios de nuestros días. De comedias, novelas y otros libros de entretenimiento, suele hablar la crítica en los periódicos.