Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
¡Hola! ¿Vienen ustedes de visitar á la ilustre familia de los Trevia? dijo Paco Ruiz, que era un mozo guapo y arrogante, de ojos negros expresivos, barba recortada y que á la sazón mordía, cerrando los ojos voluptuosamente, un magnífico cigarro habano. Sí, venimos de la Segada. ¿Repartían por allá monedas de cinco duros?
¡Chico, quién te tose ahora!... le dijo el de los caracoles, la palabra dulce, el mirar terrorífico . Y es preciso que me des pronto una razón: ¿me cedes o no me cedes tu negocio? ¡Buena se puso mi mujer cuando le propuse no trabajar más! Creí que me mordía y que me sacaba los ojos.
Todos le llamaban el Ateo, pero la experiencia había convencido a los más fanáticos de que no mordía. «Era el león enamorado de una doncella», decía elegantemente Glocester, «una fiera sin dientes». Hasta las más recalcitrantes beatas pasaban al lado del Ateo sin echarle una mala maldición: era como un oso viejo, ciego y con bozal que anduviese domesticado, de calle en calle, divirtiendo a los chiquillos; olía mal pero no pasaba de ahí.
No sólo la golpeaba bárbaramente por los motivos más inocentes, y la pellizcaba y la mordía, sino que se gozaba en tenerla en continuo sobresalto bajo el temor de espantosos suplicios, en hacerle padecer de día y de noche.
Eva azotaba nerviosamente con la fusta las hojas secas que quedaban todavía en las ramas muertas... Carlos se mordía el bigote oprimido por la conciencia de la palabra irreparable arrancada a su conciencia. ¿Quién sabía? Acaso le amaba ya un poco, a él, que la amaba tan apasionadamente... Acaso su brutal franqueza había helado la florecilla azul de un áspero frío de invierno.
Ocupábase don Víctor en abrochar un botón del cuello; mordía el labio inferior, y estiraba la cabeza hacia lo alto, como si pidiera ayuda a lo sobrenatural y divino. Visitación entró en el despacho equivocada.... ¡Ah! usted dispense dijo ¿estorbo? No, hija, no; llega usted a tiempo. Este pícaro botón....
Manín, hombre, repara que estás molestando a esas señoras le decía a lo mejor hallándose ambos en cualquier tienda. Bueno, bueno; pues si quieren estar a gusto, que traigan de casa un jergón y se acuesten respondía el bárbaro en voz alta. D. Pedro se mordía los labios para no soltar el trapo, porque le hacían extremada gracia tales groserías y brutalidades.
El fraile-artillero como jugaba de buena fé y ponía atencion, se ponía colorado y se mordía los labios cada vez que el P. Sibyla se distraía ó calculaba mal, pero no se atrevía á decir palabra por el respeto que el dominico le inspiraba; en cambio se desquitaba contra el P. Irene á quien tenía por bajo y zalamero y despreciaba en medio de su rudeza.
Cuantos momentos tenía libres el paisanillo, dedicábalos a la contemplación de alguno de sus dos amores. No se cansaba jamás de ver los altibajos de la pierna del amolador, el girar sin fin de la rueda, el rápido saltar de las chispas y arenitas al contacto del metal, ni de oír el ¡rsss! del hierro cuando el asperón lo mordía.
Anita contestaba con sonrisas.... De pronto apareció Visitación la del Banco, que vestía un traje de organdí con flores de trapo por arriba y por abajo. El escote era exagerado. Chica, vienes escandalosa le dijo la Marquesa, mientras le mordía la cara al besarla, para apagar así la risa. Visita miró como pudo hacia donde había mirado doña Rufina, y contestó sin turbarse: ¡Bah, no me parece!
Palabra del Dia
Otros Mirando