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Actualizado: 26 de julio de 2025


Mas si perdonaba a mi tía su elevación en la escala social, se desquitaba sin duda alguna con el prójimo, con las circunstancias y con la vida, porque refunfuñaba siempre. Tenía el semblante áspero de un salteador de caminos, vestía constantemente zagalejo corto y calzaba zapatos bajos, aunque nunca fuera a la ciudad a vender leche, ni trotara su imaginación como la de la lechera de la fábula.

Con éste, pues, se desquitaba Lucía, informándose de la santa aldea de Belén, de la divina mansión de Nazaret, del monte Olivete, de todos los lugares sacrosantos, que apenas creía ella pudiesen estar en la tierra, sino en algún misterioso y remoto paraíso.

El fraile-artillero como jugaba de buena y ponía atencion, se ponía colorado y se mordía los labios cada vez que el P. Sibyla se distraía ó calculaba mal, pero no se atrevía á decir palabra por el respeto que el dominico le inspiraba; en cambio se desquitaba contra el P. Irene á quien tenía por bajo y zalamero y despreciaba en medio de su rudeza.

Durante el invierno, la Condesa Poldy, retenida en el castillo por las lluvias y los hielos, no daba tan largos paseos ni eran sus excursiones tan reposadas y contemplativas como en la primavera y en el verano. Pero, durante la primavera, se desquitaba bien de su forzada reclusión permaneciendo largas horas en el bosque.

Mi mula de repente apresuraba, Corriendo, y en pararla me era en vano, Que el miedo del temblor la desquitaba: Corriò con las orejas aguzadas, Y ainas me quebrára las quijadas.

Era prohibido tocar a los reos; pero el populacho se desquitaba cubriéndoles de escarnios y maldiciones. ¡Ah! ¡ah! ¡mártires del Diablo, ya veréis cómo escuece! ¡Que os echen dos puñados de sal y un tantico de orégano! ¡Que le metan a ésa un cohete por debajo del rabo pa que le conozco su madre cuando la quema! Una mujer gritó desde una ventana: ¡Arrepentíos, desdichados; pensad en los infiernos!

Así como en la infancia se refugiaba dentro de su fantasía para huir de la prosaica y necia persecución de doña Camila, ya adolescente se encerraba también dentro de su cerebro para compensar las humillaciones y tristezas que sufría su espíritu. No osaba ya oponer los impulsos propios a lo que creía conjuración de todos los necios del mundo, pero a sus solas se desquitaba.

Palabra del Dia

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