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Cuánto más le miraba, entre brutalmente apasionada y sinceramente pudorosa, más fea se ponía; pero a él debiole parecer hermosa y codiciable como a Salomón la Reina de Saba, porque con voz melosa le dijo: ¡Paloma! La Mona quiso tenderse a sus pies sobre el montón de trapos para velarle el sueño destripando colillas y haciéndole pitillos, pero él volvió a llamarla como un animal a su hembra.

Á poco las tiendas arden, gritos de muerte se escuchan, presto los tristes no luchan degollados en monton, y Ayela, de horror transida, entre unos brazos se siente, y ve una mirada ardiente que la hiela el corazon.

Era, pues, preciso operar a la vista de aquellos a quienes, más tarde o más temprano, había de llegar el turno. Cuanto hemos descrito sucedió en pocos instantes. Materne y sus hijos contemplaban tales escenas como se contemplan las cosas horribles, para saber lo que son; luego vieron en un rincón, a la izquierda, debajo del reloj antiguo de loza, un montón de brazos y piernas.

El tío Traga-santos cerró por dentro la puerta de la ermita, reforzándola con los bancos y oyendo á la irritada muchedumbre gritar: «¡Cerquemos la ermita de paja y leña y peguémosle fuego, para que muera achicharrado en ella ese hipócrita y pastelero tío Traga-santos!»; el pobre tío Traga-santos cogió la preciosa imagen de San Isidro, y saltando por la ventana de la trasera con felicidad tan milagrosa, que nadie le vió, ni se hicieron él ni el Santo el menor daño, logró salir á la vega á la luz del fuego que devoraba el hermoso edificio levantado por él sobre un montón de gloriosas ruinas, á costa de tanto amor y trabajo, y tomó el camino de la inmigración al compás de las maldiciones é improperios del vulgo, cuyo amor había creído alcanzar con el ten-con-ten, ó lo que es lo mismo, procurando complacer á todos, sin ocurrírsele que sólo se debe complacer al que lo merece.

Al verse entre tanta basura, magullada, rota, sucia, oliendo á vino, á especias, á grasa, á saliva, empezó á lamentarse con estas patéticas frases: «¡Ay, vientecillo de mi alma, levántame y sácame de aquí, por Dios y todos los santos! Me muero en este montón de inmundicia; yo quiero ser libre y pura como antes. A fe que te has lucido, plumita. ¡Qué error tan grosero!

Con destiladas quintas esencias, con ungüentos y aceites aromáticos, con cuanto pudieron hallar a mano a propósito para que prendiese el fuego y se propagase, rociaron los eunucos el montón de objetos, la tapicería de la pared y hasta el mismo techo.

Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago? 32 Porque él ya será llevado a los sepulcros, y en el montón permanecerá. 1 Y respondió Elifaz temanita, y dijo: 2 ¿Por ventura traerá el hombre provecho a Dios? Porque para mismo es provechoso el sabio. 4 ¿Por ventura te castigará acaso, o vendrá contigo a juicio porque te teme? 5 Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin.

Esa misma noche, al encender el candil que llevaba consigo, y al ir a acostarse sobre un montón de hojarasca, hacia el fondo de la gruta, hallose con el cuerpo momificado de un viejo anacoreta, que apretaba todavía entre sus manos resecas las cuentas del rosario.

Harto mejor fuera de acometerlos nosotros, pues estaba entendido que el estar así recogidos era de miedo, por ser pocos, que les faltaba aquella gente que combatía en las galeras, porque saliendo por la parte de Poniente pocos soldados de los nuestros, comenzaron á huir los turcos y desamparar las trincheas, y llegáronse con los del montón.

La niña señaló un montón como de vestidos andrajosos, deshechos y echados en el agujero por el último habitante de la misma. El maestro se aproximó y a la luz de una antorcha se inclinó sobre ellos. Era el cuerpo inerte de Smith con la pistola en la mano y la bala en el corazón, tendido al lado de su bolsa vacía.