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Actualizado: 24 de junio de 2025
Mas que á horror movido á compasion Candido le dió á este horroroso pordiosero los dos florines que de su honrado anabautista Santiago habia recibido. Miróle de hito en hito la fantasma, y vertiendo lágrimas se le colgó al cuello.
Miróle el fondista extrañado, con ira casi, y contestó con toda la brusca hombría de bien del genuino guipuzcoano: ¡Quite usted, caballero, allá!... ¿Usar eso en Guipúzcoa?... ¡Nunca!... Diógenes dio un suspiro de descanso y se echó a llorar.
Miróle de alto abajo el lacayo, extrañando, sin duda, que por tal dependencia le preguntase un mancebo, buen mozo, que transcendía á la legua á hidalgo y á valiente, y que llevaba con suma gracia su traje de camino. No os dejarán llegar á la cocina de su majestad contestó el lacayo después de un momento de importuna observación si no decís á quién buscáis. Busco dijo el joven al cocinero mayor.
Miróle el tío Frasquito extrañado, y la curiosidad, que es la fuerza de resistencia más sufrida que se conoce, le clavó en el asiento... Quizá iba a despejar la X misteriosa que se debatía aquella misma tarde en la terraza del Grand Hôtel, la incógnita que representaba la presencia intempestiva de Jacobo en París, abandonando su Embajada de Constantinopla.
Se trata de nuestro porvenir... Toda la vida. ¡Piensa lo que haces! Te juro que te quiero como no he querido a nadie. Ahora dispón lo que se te antoje. Mirole ella con inefable ternura, adhiriéndose a su brazo como planta endeble que ha menester apoyo, y murmuró: ¿Qué será de mí? ¿Me quieres de veras?
Julián se apresuró a ponerse el levitín, murmurando: Otra vez haga el favor de dar dos golpes en la puerta antes de entrar.... Conforme estoy a pie, pudo cuadrar que estuviese en la cama todavía... o vistiéndome. Miróle Sabel de hito en hito, sin turbarse, y exclamó: Disimule, señor.... Yo no sabía.... El que no sabe, hace como el que no ve.
Y enseñóle al que ya tenía atadas las manos y echado el cordel a la garganta, esperando la muerte. Miróle el virrey, y, viéndole tan hermoso, y tan gallardo, y tan humilde, dándole en aquel instante una carta de recomendación su hermosura, le vino deseo de escusar su muerte; y así, le preguntó: -Dime, arráez, ¿eres turco de nación, o moro, o renegado?
Miróle el bueno de don Casimiro muy asombrado, y satisfecho de poder lucir su erudición, contestóle al punto: Significa literalmente te llamé y me rechazaste... y son las palabras de Isaías, si mal no recuerdo, que dirige el Señor a los pecadores empedernidos que resisten a su misericordia.
Desde aquel momento me cerró su puerta, su ventana y su corazón. La señora de Maurescamp habíale escuchado con extremada atención. Cuando hubo concluido, mirole fijamente: ¿Y qué consecuencia sacáis de eso? díjole. He sacado por consecuencia que las mujeres honestas eran demasiado fuertes para mí.
Miróle el cabrero, y, como vio a don Quijote de tan mal pelaje y catadura, admiróse y preguntó al barbero, que cerca de sí tenía: -Señor, ¿quién es este hombre, que tal talle tiene y de tal manera habla?
Palabra del Dia
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