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Actualizado: 28 de julio de 2025
Mi amigo iba pisando tieso y mirándose a los pies, sacó unas migajas de pan que traía para el efecto siempre en una cajuela, y derramóselas por la barba y vestido, de suerte que parecía haber comido.
Si carecía de familia, gozaba de preciosísima libertad, y como sus necesidades eran escasas, vivía holgadamente de su trabajo, sin deber nada á nadie, sin que le quitaran el sueño cuidados ni ambiciones; pobre, pero tranquilo; desnudo el cuerpo, pero lleno de paz sabrosa el espíritu. Pues á pesar de esto, el señor de Migajas no era feliz. ¿Por qué?
La criada se reía sorprendida de aquel buen humor. Es más sabroso que el nuestro. Si no fuera que ya está un poco duro... Se sacudió las migajas con la mano, volvió a arreglarse las gafas y después de beber un trago de agua porque también el vino estaba cerrado, se partió en dirección al ayuntamiento. El reloj del edificio señalaba las diez.
La música era un poco discordante; pero Migajas, en la exaltación de su espíritu, la hallaba encantadora. No es necesario decir que la Princesa bailó con nuestro héroe. Las otras damas tenían por pareja á militares de alta graduación, ó á soberanos que habían dejado sus caballos á la puerta.
Entremeses nuevos, escogidos de los mejores ingenios de España: Zaragoza, 1660. Migajas del ingenio y apacible entretenimiento en entremeses: Zaragoza, Diego Dormer, 1674. Tardes apacibles de gustoso entretenimiento: Madrid, 1663. Arcadia de entremeses, escritos por los ingenios más clásicos de España: Madrid, 1723.
Considerando detenidamente la construcción moral de un gran pueblo, se puede observar que lo que se llama profesiones conocidas o carreras no es lo que sostiene la gran muchedumbre: descártense los abogados y los médicos, cuyo oficio es vivir de los disparates y excesos de los demás; los curas, que fundan su vida temporal sobre la espiritual de los fieles; los militares, que venden la suya con la expresa condición de matar a los otros; los comerciantes, que reducen hasta los sentimientos y pasiones a valores de bolsa; los nacidos propietarios, que viven de heredar; los artistas, únicos que dan trabajo por dinero, etc., y todavía quedará una multitud inmensa que no existirá de ninguna de esas cosas y que sin embargo existirá: su número en los pueblos grandes es crecido, y esta clase de gentes no pudieran sentar sus reales en ninguna otra parte; necesitan el ruido y el movimiento, y viven, como el pobre del Evangelio, de las migajas que caen de la mesa del rico.
24 Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel. 25 Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme. 26 Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Y fue sana su hija desde aquella hora.
Después de haber escrito algunas coplas de #una# comedia, con mucho sosiego y espacio sacó de la faldriquera algunos mendrugos de pan y obra de veinte pasas, que, a mi parecer, entiendo que se las conté, y aun estoy en duda si eran tantas, porque juntamente con ellas hacían bulto ciertas migajas de pan que las acompañaban.
Ya nadie pensó más que en comer, y al bueno de Migajas se le alegraron los espíritus, porque, sin perjuicio de la espiritualidad de su amor, tenía un hambre de mil demonios.
Si no comía allí también era porque las migajas atraían los ratones. En este cuarto había una cama de madera con cortinas de damasco de lana, un lavabo de hierro, una mesa y una pequeña librería. Lo demás todo armas; armas en los rincones, armas colgadas de las paredes, armas sobre la mesa, armas en la librería y hasta armas debajo de la cama y entre sus colchones.
Palabra del Dia
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