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Por otra parte, á pesar de lo poco heroica que es su naturaleza, parecía más decoroso verse también arrastrado en la caída del partido á que estaba afiliado, que no permanecer de pie cuando tantos hombres, mucho más meritorios, iban cayendo día tras día; y, por último, era eso preferible á quedarse cuatro años más en su puesto, á la merced de una Administración hostil, para verse á la postre obligado á definir su posición de nuevo, y mendigar tal vez la buena voluntad de los vencedores.

Iba a Madrid a solicitar una colocación inútilmente, a «dar sablazos», a mendigar de todas las personas conocidas. Ya no era el lobo que descendía de la cumbre en busca de alimento; era el pobre roedor, tímido y anonadado, que trepaba lentamente desde el fondo de su madriguera a las alturas de la gran población, esperando una migaja del banquete de los fuertes.

¡Mucho peor!... Figúrese usted que ayer vinieron dos chicos a mendigar a la puerta, y la señorita les dio pan y unos centavos y les hizo hablar.

Esta circunstancia me ha hecho meditar con tristeza en las miserias deplorables de los partidos políticos, puesto que en estos tiempos he tenido ocasion de ver que no solo en Europa Lóndres ha sido la Coblenza de conspiradores franceses, y Roma de los conspiradores católicos-legitimistas contra la libertad de Italia, sino que hasta hijos del Nuevo Mundo han venido á mendigar en las capitales europeas asilo para sus maquinaciones traidoras contra la libertad de Hispano-Colombia.

Jamás Elisa había previsto, ni en sus sueños más negros y desesperados, que un hombre se había de resistir a sus atractivos poderosos y a la magia de sus coqueteos; que este hombre la había de enamorar cuando era ella la que solía enamorar a todos los hombres, y que al fin la había de impulsar hasta el punto de tomar la iniciativa y de mendigar su mano, y de recibir de él una repulsa insolente y desapiadada.

No exijo que nuestras relaciones continúen, porque a los términos a que hemos llegado no es posible: sería tanto como mendigar tu amor, y tengo demasiado orgullo para ello. Pero no quiero que ni ni esa mujer os quedéis riendo de ; no quiero servir de befa a los que conocen nuestras relaciones, que son todos los que frecuentan la casa.

Y muchas gracias como él decía con su resignación de labriego por no haberle enviado a mendigar en los caminos, permitiéndole que viviese en el cortijo con su compañera, a cambio de ocuparse la vieja del cuidado de las aves que llenaban el corral y de ayudar él al encargado de las pocilgas que se alineaban a espaldas del edificio. ¡Hermoso final de una vida de incesante trabajo, con la espina quebrada por una curvatura de tantos años escardando los campos o segando el trigo!...

Los que eran generosos como Tavera levantaban palacios y protegían al Greco, a Berruguete y otros artistas, creando en Toledo un Renacimiento, eco del de Italia; los avarientos como Quiroga reducían los gastos de la fastuosa iglesia para convertirse en prestamistas de los reyes, dando millones de ducados a aquellos monarcas austriacos en cuyos inmensos dominios no se ponía el sol, pero que se veían obligados a mendigar apenas retrasaban su viaje los galeones de América.

Pues bien, Vauberger, voy á decírtelo todo, lo he seguido, lo he espiado, y luego lo he hecho espiar por Eduardo: ¡y bien! estoy segura que no ha almorzado esta mañana, y como he registrado todos sus bolsillos y cajones y no le queda en ellos un céntimo, estoy muy cierta que no habrá aún comido, pues es demasiado orgulloso para mendigar... ¡Tanto peor para él!

Antes mendigar por los caminos, antes devorarse los dedos que mercar, por unas viles monedas, aquellas imágenes, que él siempre conservaría, para que auspiciaran su porvenir y le recordasen, en cada ocasión, de cerca o de lejos, ejemplos de piedad y de honra.