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Actualizado: 7 de junio de 2025
Y ella decía que sí, mirando al amante con sus ojazos tristes, mientras se llevaba a la cara el mazo de violetas, oliéndolo con delectación. Nogueras carraspeó con insistencia llamando a Maltrana. La entrevista se prolongaba demasiado: otro día, más. Isidro cogió la mano amarillenta que ella le tendía. Adiós, Feli... Adiós, nena. Volveré. La enferma le recordó su promesa.
Don Quijote, como vio todo aquel mazo de barbas, sin quijadas y sin sangre, lejos del rostro del escudero caído, dijo: ¡Vive Dios, que es gran milagro éste! ¡Las barbas le ha derribado y arrancado del rostro, como si las quitaran aposta!
MORTADELA. Se toma dos kilos de carne muy magra de cerdo, se limpia de nervios, se pasa por la maquinilla; después, en una tabla se golpea con un mazo de madera para que forme una pasta; se sazona de sal, especia, un poco de sal de nitro, otro de azúcar morena, removiendo la pasta por igual.
LOMO RELLENO. Se abre un trozo de lomo y se estira con el mazo, se rellena con aceitunas picadas, tiras de jamón y de tocino, un polvo de pimienta y un poquito de nuez moscada; luego de relleno se ata con hilo fuerte o se cose y pone a cocer a fuego lento durante tres horas, en agua con sal. Esta carne se corta en rebanadas, y se sirve fría.
Y uniendo la acción a la palabra, se recostó, mejor dicho, se dejó caer sobre un sillón de muelles en los cuales se hundía su pesado cuerpo. «Voto va Deu, ¡qué blando es esto!, ¡qué comodidad! exclamó riéndose de su propia malicia . ¡Valientes pícaros! Ya os daría yo en vez de sillones de muelles, por ejemplo, un banco de carpintería... ¡Hala, y darle al mazo!».
Te permito este lujo. Aquí está la carne. No compré las ciruelas. Conténtese usted con dátiles. Tampoco he traído Champagne porque no lo hallé en buenas condiciones. Patatas. Faltan los garbanzos y el azúcar, que no pude comprar porque se me acabó el dinero... ¡Ah!, un mazo de cigarros para mí.
Pero no lo tendré: un mazo de cuartillas me espera sobre la mesa; he de leer una porción de libros, he de ojear mil periódicos... Me siento ante la mesa. El recuerdo de Sarrió acude a mi cerebro: nos hemos abrazado estrechamente. ¿Sarrió, ya no nos volveremos a ver más? Sí, Azorín; ya no nos volveremos a ver más. Ha silbado la locomotora.
Velázquez va con ellos, esta vez acompañado de Mazo, que a petición de Don Baltasar Carlos pinta la Vista de Pamplona, cuadro que se conserva, y la de Zaragoza, que esta en el Museo del Prado, en la cual son de mano de su suegro, aunque lo nieguen críticos extranjeros tan ilustres como Armstrong y Justi, las elegantísimas figuras del primer término, hechas con singular soltura y gracia, tratadas de modo que, a pesar de sus dimensiones, tienen el aspecto y carácter del natural .
Y volvió á sonreír con tristeza y escepticismo. Ferragut iba leyendo los rótulos de las trattorias á ambos lados del camino: El escollo de la sirena, La alegría de Partenope, El mazo de flores... Y mientras tanto, apretaba la mano de Freya, avanzando sus dedos por la parte interior de la muñeca, acariciando su piel, que se estremecía á cada nuevo rozamiento.
En 1634 casó a su hija Francisca, única que le quedaba de las dos que tuvo, con su discípulo Juan Bautista del Mazo, quien según parece, nunca más volvió a apartarse de él, siendo tan diestro en copiarle, que muchos lienzos suyos están todavía en museos y galerías atribuidos al maestro.
Palabra del Dia
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