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Actualizado: 7 de noviembre de 2025
Allí permanecía confundido en el grupo de curiosos que atisbaban las caras hermosas, y lo mismo abrían paso a las señoritas que volvían de misa con el devocionario en la mano, que echaban piropos a las criadas emperejiladas, que, doblándose al peso de las cestas, metíanse entre la varonil barrera para comprar un mazo de flores. ¡Qué bien se estaba allí!
Pero se indemnizaban después con una buena partida de cricket, en la que Tragomer manejaba el mazo con un vigor que había contribuído no poco á conquistarle el favor de los hermanos de Maud.
El viento había aumentado; el Rafaelito volaba como una gaviota; la costa, despejada de brumas, formada por cantiles obscuros, se veía clara y distinta. Los cuatro marineros del patache, obedeciendo la orden del patrón, comenzaron a meter a golpes de mazo una cuña grande al palo más alto para inclinarlo a barlovento.
En un negro rincón duerme el mazo que otros días batiera el metal... ¡Cómo duele esta paz de la fragua! ¡Cómo duele esta paz! "¡Hola, herrero! ¿qué tienes? ¿qué inercias han ganado tus músculos hoy? Tus brazos semejan dos ramas tronchadas, dos angustias largas de una abdicación. ¡Levántate, herrero! Haz que de la fragua resucite un sol.
Y recogiéndose las mangas cogió un puntero, empuñó un mazo y empezó a picar la piedra.
Hombres hay que aporrean un alma con sólo mirarlos, y otros que se meten en ella, dejándose querer, sin ser en las manos del uno ni en el poder del otro el odio ni el amor; pero éste parecía todo de plomo, mazo sordo.
Respetaba a los curas, nunca les había faltado en tanto así; y de la familia no habría qué decir; todos los suyos habían ido al monte a defender al rey legítimo, porque así lo mandó el párroco del pueblo. Y para afirmar su cristianismo, sacaba de entre los guiñapos del pecho un mazo mugriento de escapularios y medallas.
La mano invisible del hombre sin fisonomía ha caído ruidosamente sobre el rostro de don Juan como cae el mazo del batán sobre la superficie del agua. El ofendido saca un revólver, dispara y se oye un ruido semejante al desplome de un cuerpo exánime.
BIFTECK. Se toma unos filetes de solomillo de vaca, se aplastan con el mazo y se ponen en una fuente con sal, ajo, limón y aceite fino; se dejan unas horas y cuando se hayan de servir se untan con manteca y asan en la parrilla.
En torno del lecho de muerte se reunirían su mujer doña Juana Pacheco, su hija Ignacia, su yerno y mejor discípulo Juan Bautista del Mazo, don Gaspar de Fuensalida, Juan de Alfaro, que le compuso en latín un largo epitafio, y de seguro su fiel Juan de Pareja.
Palabra del Dia
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