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Actualizado: 16 de junio de 2025
Limitábanlo, de una parte, las tapias de la iglesia; de otra, tres murallones revestidos de hiedra y plantas parásitas; y la puerta, fronteriza a la de entrada por el atrio, la formaba un enverjado de madera, al través del cual se veía diáfano y remoto horizonte de montañas, a la sazón color de violeta, por la hora, que era aquella en que el sol, sin calentar mucho todavía, empieza a subir hacia su zenit, y en que la naturaleza se despierta como saliendo de un baño, estremecida de frescura y frío matinal.
El capitán, mirando á las señoras con mantilla que llegaban en busca de un ramo, creía percibir el perfume de su carne matinal recién salida del sueño y refrescada por este ambiente de jardín. En Ferragut, el deseo de la mujer predominaba sobre todas las emociones. Ninguna situación, por angustiosa que fuese, le dejaba insensible á los atractivos femeninos.
Unas cuantas cabras, un centenar de aves y algunas verduras, fué todo lo que pudimos conseguir. Aprovechando la brisa matinal, salimos del pequeño puerto de San Jacinto poniendo proa al cercano islote de San Bernardino, el cual no tardamos mucho en doblar, merced á la empopada en redondo que nos favorecía.
El 2 de febrero el vapor Bogotá recogió su ancla, lanzó su silbido matinal, semejante al grito del salvaje, y sacudiendo con sus alas de hierro las turbias ondas del Magdalena, se deslizó rápidamente por entre los verdes y tupidos pabellones de las selvas, dejando marcada su brillante estela en las flotantes espumas que iluminaba el sol de la mañana.
Serían borrachos, que, después de pasar la noche en claro, en un arranque de embriaguez llorona no querían meterse en la cama sin visitar algún amigote enfermo. ¡Cómo le estarían poniendo los asientos! La tartana pasaba lenta y perezosa por entre el movimiento matinal.
Su estatura y su elegancia era lo único que la hacía destacar sobre la muchedumbre. Y bajo la curiosa y ávida mirada de todo el mercado, Rafael sonreía frente a ella, admirándola fresca, sonrosada, con la viveza de la ablución matinal, esparciendo un perfume indefinible de carne sana y fuerte que embriagaba al joven.
Pasó implacable, como el tormento; pomposo y sombrío, como el tremendo holocausto que iba a presidir; rojo, como la hoguera. La luz matinal hacía resplandecer con viveza el sillón de plata repujada y todo el oro y el alfójar de la gualdrapa color de amatista que caía hasta los cascos del palafrén. Nadie osó romper con un vítor el respetuoso silencio.
Dos parejas permanecían inmóviles, en íntima conversación, entre los pasajeros que caminaban por este lado del buque siguiendo su marcha matinal. En último término, hacia la proa, Ojeda y Mrs. Power continuaban acodados en la barandilla.
La campana de la aldea sonaba festiva, y el viento matinal, fresco e impetuoso, traía hasta allí las mil voces de los templos villaverdinos; música incomparable que repetida por los ecos parecía el canto de los valles y de los bosques. A poco descubrí el caserio, las torres y las cúpulas en cuyos azulejos centelleaba el sol. Media hora después estaba yo al lado de mis tías.
Las puertas de calle se abren pesadamente, dando paso a esa emanación peculiar que bien pudiera llamarse el regüeldo matinal de las casas, mientras la sirvienta que abrió la puerta, se alisa el despeinado cabello, como temerosa de que la sorprenda el lechero, el vigilante, el repartidor de pan o el mucamo de enfrente...
Palabra del Dia
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