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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Sobre el matrimonio, particularmente, sus ideas eran bien definidas; Huberto las conocía, y aprobaba la línea de conducta que desde muy antes ella le había trazado. La señora Martholl exigía que su nuera tuviera por lo menos seis mil pesos de renta. Era también necesario que perteneciera a una familia conocida, noble, tanto como fuera posible, en todo caso, de una honorabilidad perfecta.
Señor, en París, yo permanezco en mi casa los miércoles, de cuatro a siete. Espero que usted nos demostrará su amistad yendo a vernos de tiempo en tiempo. Martholl agradeció y se retiró, acompañado de las dos jóvenes que, en Etretat, habían tomado la costumbre de conducir a los visitantes hasta la puerta del parque.
Diana estaba locuaz; continuó hablando, en tanto que María Teresa la seguía en silencio. Te lo aseguro, querida, Alicia está furiosa; no puede negar que eres tú la elegida. Al principio, estábamos siempre todas juntas, no se sabía todavía a cuál de nosotras se dirigirían las asiduidades del señor Martholl.
Un enternecimiento súbito o intenso de gratitud y cariño hacia Juan los invadía. ¡Qué dicha, poder hacerlo feliz a mi vez! La idea de mi propia felicidad se aumenta al pensar en el amor que me tiene. Madre, ¡si supieras cuánto me quiere! Pero ¿qué vamos a hacer ahora? Tú, parece olvidas que eres la novia de Huberto Martholl, hija mía... ¿Quieres dejarme escribirle?
Ustedes podrán apreciar por sí mismos, que es merecedor de todas las simpatías. Nadie lo duda, puesto que usted lo afirma dijo Huberto Martholl, que no perdía un solo movimiento de la joven. La conversación fue interrumpida por otros jugadores de tennis; contaron hazañas que nadie escuchó, y formaron círculo aparte.
Sin embargo, hacía todo con benevolencia, pues el mundo, para ella, se componía casi únicamente de personas inferiores. Viuda de Patrick Martholl, consejero de Estado del segundo Imperio, había educado a su hijo de una manera singular, cultivando su egoísmo natural.
Has hecho mal en no ir a la granja Dutot; estoy cierta que Alicia va a aprovecharse de tu ausencia para apoderarse de tu flirt. No le gusta que sus amigas tengan más éxito que ella, y este verano, no hay duda, eres tú quien ha tenido más éxito. Martholl era el punto de mira de todas las jóvenes que han pasado la estación aquí. Cada una de nosotras esperaba conquistarlo, ¡es tan chic!
Pero la conversación fue larga y no terminó hasta muy entrada la noche. A la mañana siguiente, el estado del enfermo se resentía del esfuerzo cerebral que había hecho para poner a Juan al corriente de la situación; la fiebre aumentó, y María Teresa empezó a inquietarse seriamente. Martholl, cuando vino a hacer su visita habitual la encontró en esta triste disposición de espíritu.
Huberto Martholl se había reunido a ellos, indudablemente. El casamiento no podía demorarse más, puesto que el señor Aubry estaba ya bueno y los asuntos arreglados... ¡Ah! ¡los terribles, los dolorosos celos atenazaban el corazón y el cerebro de Juan, cuando evocaba aquella hora tan próxima!
Buenas tardes, querida; buenas tardes, amiga mía. ¡Y bien! ¿qué tal ha estado el primer miércoles? Muy brillante... Hemos tenido la visita de Huberto Martholl. ¡Ah, ah! ¿ya? No pierde su tiempo ése; sospecho que tiene sus motivos... ¿Se conserva siempre hermoso? ¿Tú no dices nada, María Teresa? ¡Sí, querido papá!
Palabra del Dia
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