Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


En ese momento, el hermoso Martholl se dedicaba a los representantes de la colonia inglesa. Con ellos se mostraba familiar, haciendo profesión de menospreciar a sus compatriotas, y afectaba una anglomanía exagerada. Nada le parecía bueno, ni chic, si no procedía de Londres; a cada instante, en la conversación, encontraba medio de alabarse de sus relaciones del otro lado del estrecho.

Dime, Martholl y se volvió hacia su amigo que se había sentado entre María Teresa y Diana, ¿Puede verse algo más hermoso, más encantador que este grupo de niñas? Se diría que están vestidas con pétalos de flores, tan delicados son los colores que llevan. Huberto se sonrió asintiendo, en tanto que su mirada contemplaba con manifiesta satisfacción el pequeño círculo.

La señora Aubry tomó su brazo para pasar al comedor; el señor Aubry se colocó entre las dos jóvenes y se apoderó alegremente de un brazo de cada una de ellas, en tanto que Bertrán y Martholl, invitados ese día, seguían muy correctos. Estos jóvenes, al lado de Juan, ofrecían un visible contraste: delgados, pálidos, delicados, parecían no haber nacido para la lucha.

Y haciendo un gesto de menosprecio con los labios, añadió: No es como en Francia, donde todas las clases están espantosamente mezcladas. Tiene usted razón, querido amigo aprobó Martholl; esto ha concluido; nunca más nos veremos entre nosotros. Lo que se llama el gran mundo, actualmente, es una aglomeración singular de «rasta cueros» y de advenedizos.

La señora de Blandieres lleva gran tren, es cierto; pero todo se va en cebos. Martholl se mantiene en guardia; por eso Juana y Alicia lo han dejado frío. Es una mariposa que elige las flores doradas; cuando, además, son frescas y lindas como mi querida primita, no vacila, se posa. Las dos jóvenes habían llegado cerca de la casa.

Mabel d'Ornay se echó a reír: ¡Mi Huberto Martholl! ¡con qué posesivo comprometedor lo califica usted!... ¡Vaya! ¡ya está usted conquistada, mi pobre Alicia! Decididamente, trastorna la cabeza de todas las jóvenes, nuestro amigo.

De la encantadora campiña normanda, el pobre joven no vio nada; toda su atención era atraída por las voces alegres y las risas que salían del otro carruaje; además, estaba atormentado por lo que podía hablar el feliz Martholl, inclinándose con tanta frecuencia hacia María Teresa.

A pesar de sus esfuerzos, le dominó el despecho. Estaba seguro: aquél iba a conquistar a la joven, a llevársela. Por vez primera, la veía particularmente interesada en la conversación de su vecino de mesa; parecía estar prendada de las frases de Martholl; lo escuchaba sonriendo y sin hacer caso a los demás convidados.

María Teresa, que se había repuesto, lo interrumpió para decir, serena y fría: ¡Excúsese usted, querida amiga! pero no presto al señor Martholl; lo guardo por toda la noche, y sin duda, por mayor tiempo aún. Me alegro mucho de que, gracias a su falta de tacto, usted sea una de las primeras en saber una cosa que le causará placer, indudablemente: el señor Martholl y yo somos novios...

Por eso continuó Martholl, con gran pesar de Bertrán, que deseaba contar la historia de una cacería de ciervos, a que lo había invitado un archiduque, por eso, en Francia, la fisonomía de los salones ha cambiado prodigiosamente.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando