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Actualizado: 23 de julio de 2025


Martí, si perdió con ese acto, el gusto y el regalo de su vida, ganó en prestigio entre sus compatriotas, para los cuales fue desde entonces, antorcha encendida de patriotismo, brazo infatigable, el pensamiento a caballo como lo llamó un ilustre hombre americano, el altar más hermoso y más puro de las libertades cubanas.

Martí salió enseguida para Cayo Hueso, siendo acompañado en su viaje, desde Tampa, por representantes de los Clubs «Ignacio Agramonte», y «La Liga Patriótica». El 25 de diciembre llegó, mal de salud, al Cayo. No obstante, habló varias ocasiones, arrebatando al auditorio, hasta que ya, verdaderamente enfermo, le prohibieron los médicos que saliera de su habitación.

Continua su discurso, haciendo mención del lugar donde se encuentran, frente á la estatua de Martí, el más apropiado para celebrar un acto de aquella naturaleza; hace historia de la revolución en Oriente, la cual no debe dejar rastro alguno y termina su discurso con las siguientes palabras: Pero de ese hecho doloroso de nuestra vida nacional del que solo debe quedar el recuerdo de esta inmarcesible gloria se desprende el patriotismo de nuestro Ejército y el patriotismo de nuestro pueblo.

Y llega el 19 de mayo, el día aciago, el día tremendo. El sol lucía en el zenit. Martí y Masó estaban acampados en Vuelta Grande cuando llegó el General Gómez y fue como un jubileo el campamento. Masó y Martí y Máximo Gómez le hablaron a las fuerzas y fueron vitoreados y aclamados. A poco avisan las avanzadas que estaban cerca de Dos Ríos la proximidad del enemigo.

Y el día 27, por suerte, estando ya Martí y los suyos con las fuerzas de Garzón y Mariano Sánchez y José Maceo que asumió el mando de todas, fueron atacados por el enemigo.

Afortunadamente, un día en que arreglábamos papeles en su modesta oficina de trabajo, en 120 Front Street convertida, en aquel entonces, en centro del Partido Revolucionario Cubano y redacción y administración de Patria di con unas páginas sueltas de El Latino Americano, aquí y allá corregidas por Martí, y exclamé al revisarlas: «¿Qué es esto Maestro?» «Nada contestome cariñosamente recuerdos de épocas de luchas y tristezas; pero guárdelas para otra ocasión.

Elihu Root me dijo durante su visita a esta capital, que los Estados Unidos nunca anexionarían a Cuba y tengo la más absoluta confianza en la sinceridad de este gran estadista americano. Los últimos años de la vida de Martí en Nueva York me son poco conocidos.

El Reverendo P. Presentado Fray Miguel Ferrandell, de la Trinidad &c. El P. Fr. Domingo Martí, de S. Domingo, &c. A Catalina Terongí, mujer de Guillermo Terongí, alias Morrofés. El Doctor Onofre Morrelles, Rector de S. Nicolás &c. El Padre Fray Salvador Fornari, Dominico &c. El P. Pedro Bolós, Jesuita. A Rafael Benito Terongí, hijo de José Terongí, Felós.

En tal concepto, al que no pueda referir algún aspecto de la vida personal de aquel gran cubano, a un auditorio distinguido como este, se le coloca en una situación verdaderamente difícil cuando se le hace hablar de Martí. El tema es atractivo, es simpático, y porque siempre ha sido tema atractivo y simpático, muchos lo han tratado, muchos lo han desarrollado.

Carece, pues, completamente de fundamento la versión de un escritor franco-argentino, de que Martí fuera partidario de la anexión de Cuba a los Estados Unidos, cuando, por el contrario, veía en ellos un peligro para la independencia.

Palabra del Dia

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