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Actualizado: 23 de junio de 2025
Y cuando los federales en sesión solemne celebrada en la Academia de jurisprudencia, quisieron hacer declarar a los cubanos de Madrid que se contentaban con la República federal española, Martí, allí presente, se opuso a ello, y en un debate que lo mantuvo en pie siete horas, echó por el suelo esos propósitos. Martí se opuso también a la creación en Madrid de un Casino Cubano.
Todo tiene en la naturaleza su punto culminante, su nota dominadora, su faz grave y severa: la selva, el roble centenario; el océano, la ola inmensa de cresta arrebolada; el desierto, el león hirsuto y arrogante; y la sociedad, el genio. ¡Y genio fue José Martí! Murió a los 42 años y es asombrosa su labor política y literaria.
José Martí, por Román Vélez Le conocí y traté en New York el año de 1891. Me consagró su amistad. La amistad es la única rosa que no tiene espinas. La única fuente arrulladora que no tiene lodo. Fui su amigo en el trajín social de pocos meses. Soy su amigo perdurable por el recuerdo y la memoria.
Isabel Martí, mujer de Bartolomé Terongí, alias el Conde, mercante de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cuarenta y dos años, reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; leyósele su sentencia con méritos y fue relajada a la justicia y brazo seglar, con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.
Y además hubo en él rasgo peculiar de su tarea y de su esfuerzo: de todos los hombres que han podido determinar a una colectividad, grande o pequeña, a realizar una obra común, un propósito general, quizás él sea el que representa en esa obra común una parte más grande por razón de su esfuerzo individual. Martí, en efecto, fue el determinante principalísimo de la revolución cubana.
Martí fue de esos. Hombre montaña desde la cual se puede ver pasar hoy y se verá mejor, a medida que los años vayan limándola, toda el alma compleja y revuelta de esa época de creación y amargura. El hecho de renunciar a todo bienestar por Cuba, hizo resonar su nombre como un trueno, en donde quiera que había cubanos.
Fue en ese tiempo, durante esos años, que Martí mostró con más pujanza la largueza de sus conocimientos y la infinita anchura de su genio. Filósofo, poeta, economista, diplomático, políglota, periodista, orador, legista, estadista, de todo se mostró Martí entonces, en aquel hervidero de pasiones e intereses.
Leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenado en destierro de la Ciudad, confinación en la Isla a arbitrio del Tribunal y en doscientas libras, advertido, reprendido y conminado. Francisco Martí, alias Verdera, negociante, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de treinta y siete años, reconciliado y preso segunda vez por delito de judaismo.
Allí escribió, a petición del Gobierno, un drama histórico en cuatro actos y en versos, y también allí, una angelical alma de niña, sintió por él la más purísima de las pasiones. Era una distinguida señorita, hija de un General ilustre de aquel país, que lo amó locamente. Y dicen que Martí sufría como de un crimen, al tener que mostrarse indiferente ante aquel amor primaveral.
Al nacer Martí su padre desempeñaba el cargo de Celador de Policía, o lo que es lo mismo, tenía título sobrado para matar o encarcelar a los que no creyera fieles a la madre patria. Pero don Mariano era un hombre honrado aunque de escasa inteligencia y maneras rudas y despóticas. Cuando Martí tenía un año de nacido, lo llevaron a España a donde fueron sus padres a visitar unos parientes.
Palabra del Dia
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