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Actualizado: 29 de agosto de 2024


Mas ¡ay! que siempre al genio venerando guarda el hado fatal triste destino, y de abrojos punzantes sembrando con torva faz el árido camino Y sólo, en un rincón de nuestra España, el término encontraste, que marcaba el Señor a tanta hazaña. Escucha, escucha al menos nuestro canto, porque es del corazón tributo santo.

Miré el termómetro, y marcaba muchos grados bajo cero, como el crédito del Estado.

Y la voz del bufón al pronunciar estas palabras, era ronca, opaca, casi imperceptible, y á pesar de esto, era poderosa y marcaba todas las entonaciones, todas las gradaciones de la pasión. Dorotea le escuchaba muda, aterrada, dominada por aquella pasión viva. Oye, la dijo el bufón : yo amo.

Febrer, mirando el mar, en cuyo horizonte se marcaba la débil columna de humo de un vapor, pensó en los grandes trasatlánticos, pueblos flotantes, monstruos de velocidad, orgullo de la industria humana, que pueden dar en poco tiempo la vuelta al mundo... Sus remotos abuelos de la Edad Media, que iban a Inglaterra en una nave del tamaño de una barca de pesca, representaban algo más extraordinario.

Enardecido por la apreciación de su grandeza y su triunfo, era el primero en levantarse o sentarse, conforme lo marcaba el ritual de los oficios, y unía su voz a las del coro, asombrando a todos con la áspera energía de su canto. Las palabras latinas salían de su boca como trabucazos contra aquella gente odiada; sus ojos pasaban con expresión de reto sobre la doble fila de cabezas inclinadas.

Para las navegaciones largas á Berbería y Oriente estaban los guarapos, xalandros, buscios, nizardos, bajeles y cocas. La cabida de estos buques se marcaba por salmas, botas y cántaros, que equivalían á las modernas toneladas. La coca era el navío de línea para los grandes combates y los cargamentos importantes.

Sencillo, afable, blando con los criados, respetuoso con los señores, sin salirse de los estrechos límites que su carácter de cura le marcaba, acabó Lázaro por ser en casa de los duques el más querido de cuantos la habitaban.

Había caras lívidas y rostros siniestros entre la muchedumbre de semblantes alegres. El raquitismo heredado marcaba con su sello amarillo multitud de cabezas, inscribiendo la predestinación del crimen. Los cráneos achatados, los pómulos cubiertos de granulaciones y el pelo ralo, ponían una máscara de antipatía sobre las siempre interesantes facciones de la niñez.

Ya vería él de lo que era capaz su mujercita. Y la linda costurera, con su aire grave de mujer formal, con la misma expresión vaga y soñolienta que si hablase de amor, marcaba punto por punto el programa de su vida futura.

Quedose ante el asilado sin saber qué decir, sonriéndole con sus ojos de bovina mansedumbre, con su fiero mostacho de veterano, y al fin le acarició la nuca con una manaza dura, en la que el yeso marcaba con entrecruzados filamentos las escamas de la piel. Que sigas siendo bueno dijo con voz fosca y lenta que parecía salir de lo más profundo de su vientre . Que no disgustes a tu pobre madre.

Palabra del Dia

beerotita

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