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Actualizado: 2 de julio de 2025
Ya lo he hecho durante un ratito contestó Nieves ; pero me he levantado para preguntarle a usted una cosa que ha empezado a inquietarme bastante... Como yo hasta ahora no he tenido el juicio para nada... En primer lugar, ¿por dónde vamos ya? Entrando en el puerto. Y cuando lleguemos al muelle, ¿cómo salgo yo de aquí, Leto? Porque no he de salir en mantillas. ¿Ha pensado usted en esto también?
Y allá la llevaron, con mucha impedimenta, eso sí, de pañales, y mantillas, y gorros y cuanto había que apetecer en tales casos, y un infolio de advertencias, prescripciones, avisos, encargos y hasta amenazas, sin contar el dinero que a puñados les metieron en el bolsillo a la nodriza y al zángano de su marido, que las había de acompañar en el viaje.
Carmen sólo consintió en dejarse poner un estrafalario adorno, un penacho triple, que allá cuando se estrenó se llamaba Las tres potencias. Tocóle a Nucha la probatura de las mantillas de blonda. A todo esto la tarde caía, y en el telarañoso recinto del desván se veía muy poco.
Por las anchas aceras de la calle de Alcalá desembocaba también en Recoletos muchedumbre compacta de gente de a pie, destacándose de trecho en trecho grupos de mantillas más o menos bien llevadas, peinetas de teja puestas en cabezas más o menos airosas.
Rodaba el coche de Gallardo con lento paso, para no atropellar a los grupos de espectadores que salían de la plaza. Estos se apartaban ante las mulas, pero al reconocer al espada parecían arrepentidos de su amabilidad. Gallardo adivinaba en el movimiento de sus labios tremendas injurias. Pasaban junto al coche otros carruajes ocupados por hermosas mujeres con mantillas blancas.
Las dos beatas se alejaron en busca de otro confesonario menos concurrido. Realmente á ellas les agradaba poco el Padre Paulí á pesar de su fama. Siempre escuchaba con impaciencia, cuando á través de la rejilla percibía el olor agrio de las mantillas viejas. Mostraba prisa con aquellas intrusas que se mezclaban en su elegante rebaño.
En el último peldaño de la escalera encontraron otro obstáculo: dos muchachuelas y tres nenes, uno de estos en mantillas, interceptaban el paso. Estaban jugando con arena fina de fregar. El mamón estaba fajado y en el suelo, con las patas y las manos al aire, berreando, sin que nadie le hiciera caso.
Al punto lo advirtió Perucho, y echándoles repetidas veces el aliento, como había visto hacer a la vaca con sus recentales, los envolvió en mantillas y pañolón, y nuevamente llegó a sí a la criatura, meciéndola.
Como las gotas que en verano llueven Con el ardiente sol dando en el suelo, Se transforman en ranas y se mueven, Assí al calor del gran Señor de Delo Se levantan del polvo poetillas Con tanta habilidad que es un consuelo; Y es una de sus grandes maravillas El ver que una comedia escriba un triste Que ayer sacó Minerva de mantillas.
Vamos, vamos cuando usted quiera, señorita; ya estoy lista. Ambas se pusieron las mantillas, y procurando no hacer ruido bajaron hasta el portal, abrieron con precaución la puerta, que aun se hallaba cerrada, y salieron a la calle, que atravesaron con los paraguas abiertos hasta llegar al soportal de enfrente.
Palabra del Dia
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