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Las ánades abundan de muy diferentes tamaños, encontrándose desde el pato real, negro y blanco con cabeza roja, hasta el pequeño y chillón, que habita en los manglares. El martín pescador y martín cazador, que se alimentan de peces é insectos.

Fortunata le oía embelesada, puestos los codos sobre la mesa, la cara sostenida en las manos, los ojos clavados en el narrador, quien bajo la influencia de la atención ingenua de su amada, se sentía más elocuente, con la memoria más fresca y las ideas más claras. « no puedes hacerte cargo de aquellas noches de luna en Cuba, de aquella bóveda de plata resplandeciente, de aquellos manglares que son jardines en medio de los espejos de la mar... Pues aquella noche de que te hablo, estábamos acechando junto a un río, porque sabíamos que por allí habían de pasar los insurgentes.

El canal termina entre manglares para perderse en las ondas cristalinas de la bahía, sumamente prolongada hácia el interior; la brisa del Atlántico sopla con vigor; la ancha vela del bote se desplega y flota de proa á popa; el horizonte se ensancha; las aguas toman el olor, el color y la aspereza de las aguas marinas; los remos dejan de agitarse; el tiburon persigue implacable á ejércitos de peces primorosos; las colinas de la costa se ofrecen á la vista; se siente el sordo y lejano mugido del mar; el mundo de las selvas acaba, el del abismo infinito comienza; y al fin, surcando una bahía de admirable belleza, que ensancha el corazon y da la primera nocion de la majestad del Océano, el viajero ve á Cartagena, bella, melancólica, romántica, sentada entre dos bahías, como una garza nadando en el Atlántico; y el Colombiano, el Granadino, amante de la libertad y de las glorias de un pueblo heróico, no puede menos que levantar la voz y saludar á la vieja y noble ciudad, diciéndole con el arrebato de la admiración; «Salve, gloriosa Cartagena, tierra del heroismo supremo y la abnegacion, cuna de poetas y mártires, sepulcro arrullado por las ondas, escombro de la opulencia que fué para no resucitar sino en un lejano porvenir

Al llegar a la ciudad, mandé decir misas por el alma de aquel «amo viejo», a quien se le negó cristiana sepultura, aunque la halló poética, cobijada por manglares y palmeras, cerca del surtidor del «Jardín de la Sultana». Pasaron algunos meses. Un día me dijo Antonio: ¿Sabes que he escrito a San Javier, ordenando que este año se pinte a Herrera Goya de negro? ¡Hombre, no hagas eso! Ten prudencia.

El agua, cubierta donde quiera por una espesa capa de gramíneas profundamente arraigadas, tiene una profundidad media de tres metros, pero rara vez aparece en la superficie. Todo el vasto lago de verdura abarca una extension de muchas millas, limitado en su circunferencia por manglares interminables y muy tupidos, de aspecto suntuoso y magnífico.

Bahía de Butuan. Es una espaciosa ensenada abierta al N. de 21 millas de ancho entre la costa que acabamos de describir y la punta Divata, que la limita al O., profundizando en forma rectangular cerca de 11 millas; en el ángulo del E. desemboca el río Butuan, y en el del O. se encuentran la visita Nasipit y el pequeño río de igual nombre separados por una costa baja de 13 millas de extensión en el fondo de la bahía cubierta de manglares y bajos fondos poco salientes.

Es bastante húmedo, y sin haber enfermedad alguna endémica que tenga carácter epidémico es enfermizo en ciertas épocas del año. En éstas se presentan fiebres palúdicas que á veces degeneran tomando carácter maligno. Terreno. El terreno por lo general es fangoso y arcilloso á la orilla de los ríos y particularmente á las inmediaciones de Cottabato, que se encuentra casi todo ocupado por manglares.

En general, las orillas del río Grande presentan llanos, excepto en muy contados puntos, donde se levantan collados, lomas y pequeñas colinas, tales como las de Nuluig y Cudaranga, donde situaron los moros una formidable cotta el año 86; Cabalucan, Boayan y Cabaenygan, cubiertas todas ellas de espeso arbolado y circundadas de manglares y terrenos pantanosos que los moros procuran aumentar para que les sirvan de obstáculos ó defensas naturales á los fuertes en ellas situados.

Demora 16 millas al O. 1/4 SO. de la punta Divata; se reconoce fácilmente por hallarse formada por un cerro cónico de bastante altura y poco arbolado y por el baluarte ó atalaya que tiene encima. La costa comprendida entre las puntas Divata y Sipaca está formada de playas de arena, alternadas con otras de manglares y de frontones de piedra, con restingos poco salientes.

Allí parapetados esperan, con la calma que la impunidad, hasta descargar sus armas á boca de jarro sobre el enemigo, resguardados en los manglares que por lo regular rodean sus cottas, é impiden la entrada en ellas de no ir provisto de guía. Fabrican sus armas, á las que dan buen temple, siendo en algunas el trabajo muy esmerado.