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Actualizado: 27 de julio de 2025
De aquí la seducción que ejerce en el observador entendido un relieve de zinc cuando es de manos bien ejercitadas en el lápiz o la pluma. Muy grande tiene que ser la destreza de un grabador para arrancar de la madera efectos iguales, y sobre todo, para imprimir con el buril ese sello de espontaneidad y frescura que en el clisé directo compensa la tosquedad del trazo.
Una lámpara de metal azofarado, de poco más de media vara de largo. Cuatro candeleros de tres cuartas de largo, del mismo metal con las armas de la Casa y otros cuatro de madera que estaban en las Almonas. Un atril de madera maqueado.
En tanto que así Juana se acababa, cerca de allí, sobre otro pobre lecho de aquel santo hospital, que cobijaba la pobreza y el mal bajo su techo, tambien un hombre viejo agonizaba, y en una cruz muy tosca, de madera, como si algun secreto le dijera, los turbios ojos con afan fijaba.
Como allí había alguna claridad, porque jamás se cerraba la madera del ventanillo, Cilipín Centeno, que no dormía aún, vio que las dos cestas más altas, colocadas una contra otra, se separaban abriéndose como las conchas de un bivalvo. Por el hueco aparecieron la narizilla y los negros ojos de la Nela. Celipín, Celipinillo dijo esta, sacando también su mano . ¿Estás dormido? No, despierto estoy.
Lo que le había desvelado era el misterio del silencio, más amenazador e inquietante que las vociferaciones de la hostilidad. Avanzando la cabeza, creyó percibir entre los rumores confusos y fundidos de la respiración nocturna un roce, un leve crujir de madera, algo semejante al ligero peso de un gato trepando de peldaño en peldaño por la escala de la torre, con largas pausas de inmovilidad.
Formaban la rinconada aquella vetustos caserones de ladrillo modelado a estilo mudéjar, en las puertas gigantones o salvajes de piedra con la maza al hombro, en las cornisas aleros de tallada madera, todo de un color de polvo uniforme y tristísimo. No se veían ni señales de alma viviente por ninguna parte.
No se intentó poblarlo antes del año de 1549, cuando Thomé de Souza fué nombrado gobernador general. Ya entonces se le conocía con el nombre de Brasil, originado de cierta madera de tinte, que en aquel tiempo se traía del oriente y que se conocía comercialmente con el nombre de "palo de Brasil."
Y por lo mismo que él se creía incapaz de ser artista, en el sentido de echar a correr sin más que la flauta, por lo mismo admiraba más y más a aquellos hombres, que eran indudablemente de otra madera.
De esta suerte ganaba él, haciendo ganar al marqués tres reales en arroba por la parte más corta. Luego echaba D. Acisclo en madera el mencionado vino, y al cabo de un año, le ponía tan exquisito, que vendía cada arroba por siete u ocho pesetas más de lo que le había costado.
Al terminar ese tránsito se halla á la izquierda y contigua á la entrada del tercer patio la grande escalera, que en dos tramos componentes treinta y dos gradas, conduce á la galería y pabellón ó sala de SANTA ISABEL. La puerta de esta escalera concluye con un semicírculo cuyos rádios de madera forman una reja sencilla.
Palabra del Dia
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