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Actualizado: 28 de junio de 2025
Y dormirán á poco; entónces, en la sombra, sueños de oro, en alegre tropel que el alma asombra, que nacen con los ruidos del dia al espirar, de léjos atraidos por sus labios de grana, cual vuelan las abejas sobre la flor lozana, de su lecho en los pliegues se vendrán á posar.
Y al contemplar aquella lozana vegetación, tan caprichosamente distribuída como no pudiera imaginárselo el más diestro jardinero, exclamó, hasta con fe en las palabras del poeta: «Oh driades de amor hermoso nido, dulces y graciosísimas doncellas, que á la tarde salís de lo escondido, con los cabellos rubios, que las bellas espaldas dejan de oro cobijadas....»
Mil figuras van destacándose en la pared, como si una mano invisible las tallara en la piedra con sobrenatural prontitud, y lozana flora crece portentosamente a lo largo de las columnas, llevando en sus cálices animales grotescos o inverosímiles, que parecen haber sido producidos por ignorado germen en las entrañas mismas de la piedra.
Está usted desmejorado le decía Somoza. Cuidado repetía Visitación. Y él mismo notaba que su rostro perdía la lozana apariencia que había recobrado en aquellos meses de buena vida, de ejercicio y abstinencia que él, prudentemente, había observado antes de dar el ataque decisivo a la fortaleza de la Regenta.
Aquella noche se habían dado cita todas las flacas de Peñascosa. Mas hete aquí que cuando empieza a arder la primera rueda de pólvora, columbra no muy lejos a la fresca D.ª Teodora, al sueño constante de su existencia, más radiante y más lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia ella fue todo uno.
Oh tú, que de tu vida en la mañana Te meces en el valle tan lozana: Que sea tu cabeza bendecida Sobre la dura almohada de la vida; Que recorras tu plácida alborada Por angélicas voces arrullada; Que el viento de la dicha infle tu vela Mientras la luna del placer riela; Y que si acaso un dia, negro velo Míras estender sobre tu cielo, Veas llegar á tu arca placentera La paloma de dichas mensagera Para anunciarte en tu hombro reclinada: «La tempestad se vé ya apaciguada, «La luz del sol de nuevo te ilumina «Y las flores esmaltan la colina; «Tersa se vé la frente de tu rio «Y no hay en él ni un áspero bajío: «Mucho vagaste niña por los mares: «Al fin reposarás entre tus lares, «En la ribera nítida y risueña «Que allá en el horizonte se diseña, «Do encallará tu barca suavemente «Como del manso arroyo la corriente.» Ora, hija mia, lejos de huracanes Duerme agena de míseros afanes Mientras tu madre tu cabeza pura Bautiza con sus gotas de ternura, Las que tu padre enjuga blandamente Al deponer un ósculo en tu frente, Dejando en esas lágrimas escrita Una dulce palabra: «¡Eres bendita!»
Algun dia serás lozana rosa Cuando mi frente pálida y rugosa Se incline en tu perfume á refrescar; Cuando el labio marchito de dolores Quiera gozar el aura de las flores Sintiéndote, ángel bello, respirar.
Dedúcese sobradamente de lo dicho que una vida más lozana y vigorosa anima hoy á la escena española. ¡Plegue á Dios que este impulso no sea pasajero, sino que ese antiguo teatro, tan lleno de gloria, se regenere con arreglo al espíritu y á las exigencias modernas! AP
En sus poesías líricas muestra, sin duda, inclinación al estilo hinchado de aquel poeta; pero aunque en sus comedias se encuentren manchas aisladas de culteranismo, en general su dicción, llena de imágenes pomposas, es, sin embargo, corriente y escogida, pudiendo afirmarse también de casi todas ellas que reunen, á un desempeño verdaderamente poético, inventiva lozana y original.
Sus lacras, sus deformidades y sus vicios. ¿Puede, en buena justicia, y aunque pudiera, aspirar al pleno y singular dominio y usufructo de esta mi «lozana y exuberante juventud», como dijo de ella nuestro poeta Aljófar en su anteúltimo sahumerio? ¡Oh!, sobre estas materias, ni él ni yo podemos llamarnos nunca a engaño, por muy recio que truene.
Palabra del Dia
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