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Actualizado: 3 de junio de 2025
Jamás habían vertido los ojos de la joven lágrimas tan cordiales ni tan copiosas como las que entonces corrieron a lo largo de sus mejillas, ni su pecho se había sentido agitado por tan hondas impresiones como las que la dominaban mientras el amoroso anciano estampaba en su frente, inclinada hasta tocar su boca, un beso trémulo, convulsivo, frío como la losa de un sepulcro.
«Un dia no le ví sobre el collado, «Ni sentado de su árbol á la sombra, «Ni en el bosque, ni arroyo sosegado, «Ni entre el brezal que la pradera alfombra. «En fúnebre ataud al otro dia «Le ví llevar al campo de los muertos: «Llega, y leerás en esa losa fria «El epitafio de sus huesos yertos:»
Con lo que sus ojos no quedaban sino más luminosos. Apenas comencé a responderle, me di cuenta de la caída; pero ya era tarde. Sí, le dije, observando sus ojos; me acuerdo de que antes no los tenía... Y miré a otro lado. Pero María Elvira se echó a reir: Es cierto; Vd. debe saberlo más que nadie. ¡Ah! ¡qué sensación de inmensa losa derrumbada por fin de sobre mi pecho!
La puerta de aquella mansión me parece que es la losa de tu sepulcro. Cuando se cierre, dejándote dentro, todo se acabó. No, yo no quiero salir como Asunción, acechando el sueño de su madre para escapar. Yo no quiero salir así de mi encierro, sino en pleno día, con las puertas abiertas y a la vista de todos. Vámonos. ¡Qué locura he hecho esta noche, Dios mío!
Estamos en el sepulcro de Voltaire, de este gran revolucionario, de este gran invasor, de este gran rey, como le apellidaba tan admirablemente Federico de Prusia. Esto no es una tumba histórica; no es tampoco un sepulcro; no es ni una sepultura. Es un escondrijo con cuatro paredes; un cachivache con una estátua, un hoyo, una losa, y un epitafio.
Madre y esposa, veo en tus miradas, Que buscas en sus olas agitadas Al hijo que en su fondo viste ahogar. Te diré donde está: bajo una losa Su blando cuerpo trémulo reposa, Tibio aun con tu calor. ¡Blanca flor que cayó de tu guirnalda Y que al bajar á la maternal falda Llevó marchita el viento del dolor! ¿Quiéres sentir su espíritu invisible?
Y esto acabado, estuviéronse allí hasta que dende á cierto rato oyeron cómo daba golpes en la losa de dentro Ayar Cache, y viendo los compañeros que no podia salir, tornáronse al asiento de Guanacaure, donde estuvieron los tres juntos un año y las cuatro mujeres con ellos; y la mujer de Ayar Cache, que ya era quedado en la cueva, diéronla á Ayar Mango, para que le sirviese.
Se anota a las personas al nacer, al obligarse entre sí, al pagar los impuestos, o al no pagarlos porque de todo hay, al casarse, al reproducirse y al morir. Es una anotación constante, desde la cuna al sepulcro. Por último se inscribe el nombre en la losa de la tumba, con una serie de adjetivos encomiásticos que dicen, no lo que el difunto fué en vida, sino lo que debiera haber sido.
Me siento morir, pero no temo: las ramas de mis árboles se mecerán aun sobre la losa de mi tumba, y tú dirás al viajero con la voz del aura que suspira entre sus hojas: dobla la rodilla sobre estas tristes ruinas, viajero; son las ruinas de Granada. »Adoraba la naturaleza y gozaba en medio de los escombros; pero nunca como despues de haber creido oir en boca de esa ciudad estas palabras.
Tal vez tendrás un nombre; tal vez, deshecha en trizas, serás estátua que eternice un hombre, pobre losa que guarde sus cenizas. ¿Lloras, mirando deshecho el encanto embriagador, que, de la vida al calor, engendró en tu tierno pecho el primer sueño de amor? ¿Lloras, por siempre perdida tu esperanza más querida, y la dicha y la ilusion ardiente de la pasion, aureola de la vida?
Palabra del Dia
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