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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Otro quejido que revelaba el complemento de los grandes dolores, la falta del último consuelo, la soledad del alma, se escapó entonces de los labios de la anciana. ¡Sí, sí, de mucho!... ¿Pues no lo ves? ¡Para poder llorar delante de alguien, para tener quien llore conmigo!...
Haré que os lleven dentro de un momento un par de valijas y unas cajas de cartón. Ocupaos en colocar en ellas las cosas de mi hija, para no tener que apresuraros demasiado mañana. Sed discreta, no digáis nada de lo que os he dicho..., y que la loca llore o grite, no os importe, dejadla que grite como si no la oyerais. Es la última vez que os molestará.
¡Jesús!... ¿Pero cómo hacéis para que no llore? ¿Y si tiene hambre? Le meto la punta del pañuelo en la boca para que chupe.... Es muy listito, ya se entretiene mucho. Riéronse las niñas, y Lola tomó al nene en brazos. ¡Qué ligero! pronunció . ¡Si pesa más la muñeca grande de Nisita!
Sollozos más hondos y desgarradores fueron la respuesta. El Padre Arrigoitia estrechó cariñosamente las manos de la afligida. ¿Me promete usted...? murmuró con ardiente súplica, con la autoridad toda de su voz, acostumbrada a mandar en los espíritus. Sí, respondió Lucía.... Me iré mañana... pero déjeme ahora desahogar..., me muero. Llore usted contestó el jesuita . Ensanche ese corazón.
Ella fingió cierta confusión, mientras decía bondadosamente: Siento mucho la muerte de la pobre señora. Era tu madre, y esto basta para que la llore... Pero piensa que en realidad no la vi nunca, y ella, por su parte, sólo me conoció por mis retratos.
No llore usted así, Magdalena, hija mía... Su abuela de usted no piensa obligarla al matrimonio. No, señora respondí entre dos sollozos, pero todas ustedes me encuentran poco razonable y novelesca porque no puedo decidirme a casarme con un hombre a quien no conozco. Es ese juicio lo que me hace daño, mucho daño en el corazón...
Los dos artes gemelos, pues, son aventajados en belleza: los dos crecen y se desenvuelven paralelamente ricos de medios y de seduccion; y ha de llegar el dia en que á fuerza de trato y de comunicacion, se identifiquen tanto en sus gustos, que llore el uno con inestinguible llanto la prematura muerte del otro, así como Pólux lloró la muerte de su hermano y le amó hasta el estremo de cederle la mitad de su inmortalidad para que los dioses le restituyesen por intervalos á la vida.
¡Bah! tontuela, nadie juzga a usted así me dijo con bondad la de Ribert. No llore usted más, no sea niña... Tranquilízate añadió Genoveva enjugándose los ojos, muy encarnados. Te lo ruego; me das pena... Al fin logré dominarme y me decidí a guardarme el pañuelo en el bolsillo. Vamos, ¿se acabó la pena? me preguntó amablemente la de Ribert dándome un beso.
Yo estoy contento, sin embargo, con este progreso, y la primera vez que comí un pan de trigo y maíz, como en mi tierra natal, lloré de placer, no sólo porque eso me traía a la memoria los tiernos recuerdos de la patria, sino porque comprendí que con este pan, más sano que la tortilla , la condición física de estos pueblos iba a mejorar también: ¿no opina Vd. lo mismo?
¡Cómo te acuerdas!... ¿ eh? pero puedes tocar no más, sin temor de que llore; ¡yo creo que a cada hora que paso aquí me renuevo de pies a cabeza! A mí me pasa lo mismo; tengo ganas de gritar a veces: ¡estoy contento!... ¡Viva Melchor!... así... ché, como un chico dijo Ricardo abrazando efusivamente a su noble amigo.
Palabra del Dia
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