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Actualizado: 22 de mayo de 2025


El corazón me dio un brinco; aquella noche lloré, pero ya me voy dominando y concluiré por aborrecerle también. Es un tipo. Pero Gaitica... ¡Ah! Ese es de los que deben ser cogidos con un papel como se coge a las cucarachas, y luego tirados a la basura. Vamos, que sólo de mirarle se te ensucian los ojos... Y sin embargo, le has querido. ¿Yo?... Hombre, estás malo.

Después soñaba que era ella la esposa y Jacinta la querida del tal, unas veces abandonada, otras no. La manceba era la que deseaba los chiquillos y la esposa la que los tenía. «Hasta que un día... me daba tanta lástima que le dije, digo: 'Bueno, pues tome usted una criatura para que no llore más'». ¡Ay, qué salado! exclamó Mauricia . Es buen golpe. Lo que una sueña tiene su aquel.

Allí se me vino a la memoria la consideración que hacía, cuando me pensaba ir del clérigo, diciendo que, aunque aquél era desventurado y mísero, por ventura toparía con otro peor. Finalmente, allí lloré mi trabajosa vida pasada y mi cercana muerte venidera. Y con todo, disimulando lo mejor que pude, dije: "Señor, mozo soy, que no me fatigo mucho por comer, bendito Dios.

Bueno, mamá; no llore usted. No encuentro quién nos preste; pero estoy dispuesto a firmar lo que usted quiera, dando en garantía el huerto. Crea usted que me cuesta mucho desprenderme de ese dinero. Yo te lo devolveré, hijo mío; te lo devolveré pronto dijo la arrogante señora abrazando a Juanito y mojándole el rostro con sus lágrimas.

Y me digo: «¡Mejor! ¡Mejor! ¡Que se apene! ¡Que padezca! ¡Eso será señal de que me quiere y piensa en miPerdóname. El amor es egoísta. Deseamos la dicha de la persona amada, y, sin embargo, nos complace que padezca y llore como nosotros. ¿Verdad que estás triste, y que hasta tienes ganas de llorar, porque no estoy allí, a tu lado, y no me ves, ni oyes mi voz?

Y la pobre mujer, no pudiendo resistir más, cubríase con el abanico los lacrimosos ojos, mientras doña Manuela le recomendaba la serenidad. No llore usted, Teresa; eso es lo que le gustaba al mío. Los hombres gozan haciéndonos padecer. Todo menos llorar. Cuando usted hable con Antonio, muéstrese seria y altiva. Nada de cariño; si no, los muy pillos se esponjan y se engríen. ¿Hablarle yo?

Siempre que luche en peligrosa lid, Siempre que llore mi alma dolorida, Al recordar mi adiós de despedida, ¡Te acordarás de ! Y en retorno de amor y fe sincera, Jamás sin tu recuerdo he de vivir. Tuya será mi lágrima postrera... ¡Hasta que muera, Madre; hasta que muera Me acordaré de ti!

Madre, sobre mi edad pasará el tiempo, vendrán en pos un dia y otro dia, y á calmar mi dolor vendrá la muerte; y, acaso, madre mia, cuando pesada y fria caiga la tierra sobre el cuerpo inerte, ni un sér querido por mi vida llore, ni una oracion por , perdon implore.

El corazón no me cabía en el pecho: yo quería llorar... lloré mucho y las lágrimas cegaron por un instante mis ojos.

Preguntándole el Capitán Sayavedra cómo, estando en aquella prisión, estaba con tan buen ánimo, le respondió: «Señor Capitán, llore quien se ha perdido mal, que yo, si he perdido la libertad, he conservado la honra, habiendo hecho en esta jornada lo que era obligado á Dios y á mi Rey, y como hombre he de pasar las adversidades y trances de fortuna

Palabra del Dia

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