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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Pues ¡mejor, hijo, mejor! ¡Yo quiero mucho a Linilla!... Gabriela será muy elegante, muy bonita, muy rica, ¡cuánto quieras! pero donde está Angelina.... Era preciso irse. Bien, tía... dije levantándome ya es hora, de montar a caballo.... ¿No te despides de tu madrina? , ¡cómo no! Nos dirigimos a la recámara. Tía Carmen estaba cerca de la cama, sentadita en su sillón.

Piensa en cuando trabajes, cuando leas, cuando reces.... ¡Hasta cuando duermas!... ¡Sueña conmigo, sueña con tu Linilla!... No pudo más. El llanto la ahogaba. Se echó en mis brazos, y reclinó su cabeza sobre la mía. Sollozaba.... Quiso hablar y no pudo. Tomó mi mano, la estrechó fuertemente, y me la besó con efusión infantil.

¿Linilla? ¿Linilla te decían? ¡Pues Linilla he de llamarte yo! Siga el cuento.... ¿Cuento? ¡Historia de dolor! Prosigue. Así, de ese modo, fui a la casa del padre; padre ha sido para , y muy tierno y cariñoso. Lo demás ya lo sabes; te lo habrán dicho tus tías....

Puse gran empeño en saber lo que pasaba en mi corazón. ¿Qué sentimiento era aquél que no me apartaba de Angelina, y que, sin embargo, me arrastraba hacia Gabriela? Me acusaba yo de infidelidad para con Linilla; repasaba mis actos uno por uno, y aunque me hallaba yo inocente, me condenaba yo con la severidad del juez más recto, y me proponía alejarme de Gabriela. ¡En vano!

Los criados se habían retirado ya. De pronto apareció Mauricio en el comedor, diciendo que alguien me buscaba. ¿A ? pregunté sobresaltado. , traen una carta.... ¿Quién la trae? No lo conozco. Me levanté precipitadamente en busca del desconocido. Me traía dos cartas: una de Linilla y otra de tía Pepa. Corrí a leerlas. ¿Qué pasa? preguntó don Carlos. ¿Algo de cuidado? Abrí el pliego.

Me asaltó el presentimiento de que Linilla no escribía por alguna otra causa, y, a decir verdad, me creía yo culpable, y me pareció que Angelina adivinaba que la señorita Gabriela le robaba mi amor. Linilla no me quiere; Linilla no me ama; Linilla desea olvidarme, pensaba yo.

Ahogaré este amor y viviré para Linilla; pensé ¡sólo para ella! ¡Le escribiré, iré a verla, y le confesaré todo! ¡Es tan buena, tan sencilla, tan cariñosa!... «Mira Angelina, Linilla mía, ¡perdóname! le diría yo. He sido infiel a tu cariño, a tu amor.

Me abrazaba cariñosamente, me besaba, y alzándome exclamaba: «¡Lina! ¡Linilla! ¿Quién es mi encanto? ¿Quién es mi presea? ¿A quién quiero yo mucho, mucho... ¡mu... choPero un día se fué a la guerra.... ¡Siempre la guerra y las revoluciones! Se fué muy de mañana, e iban con él oficiales y soldados. Salimos a decirle adiós.

¡Lejos de esta gente! me dije esa mañana al salir de la misa de doce, y me fui a mi casa, a mi pobre casita, resuelto a no tratar más ni con los tertulios de la botica ni con las señoritas Castro Pérez, y decidido a no venir a Villaverde sino de tiempo en tiempo. Después de la comida me puse a escribir. La idea de que Linilla padecía y lloraba por causa mía me tuvo inquieto toda la tarde.

Todos mis proyectos vinieron a tierra; la pasión adormecida se despertó anhelante, y la imagen de Linilla, presente hasta ese momento en mi memoria, se desvaneció de pronto en las tinieblas del olvido. Me sentí sin fuerzas ante la hermosura de Gabriela, vencido, avasallado. Sopla un viento muy fresco... cosa rara en este mes. Sin duda ha llovido en la Sierra.... ¿No tiene usted frío? Yo .

Palabra del Dia

commiserit

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