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Actualizado: 24 de julio de 2025
Gillespie se sintió inquieto al darse cuenta de que el universitario no había llegado aún, á pesar de las promesas hechas el día anterior. ¡Profesor Flimnap! gritó varias veces. La muchedumbre pretendió imitar su voz, lanzando varios rugidos acompañados de risas. El bondadoso traductor permanecía invisible.
Intentó cogerlo por los brazos; pero el pobre muchacho se estremeció, lanzando una mirada a su madre, que despertó en ella vergonzosas sospechas. No, no me toque usted, mamá: ¡lejos...! no necesito a nadie... estoy bien. Y cayó como un fardo sobre el mismo sofá en el que por la tarde había visto la arrugada chaqueta como impasible acusadora del adulterio. Juanito se moría.
Mas súbito, azaroso, de las aguas entre el turbio vapor, cruzó luciente relámpago de luz que hirió un instante con brillo melancólico tu frente. Yo vi un espectro que en la opuesta orilla como ilusión fantástica vagaba con paso misterioso y un quejido lanzando lastimoso que el nocturno silencio interrumpía, ya triste nos miraba, ya con rostro infernal se sonreía.
Los marineros corrieron hacia los cabos, chillaron los motones, trapearon las gavias. «¡En facha, en facha! exclamó Marcial, lanzando con energía un juramento . Ese condenado se nos quiere meter por la popa».
Los náufragos rompieron nutrido fuego, dirigiendo sus tiros a los matorrales en que estaban ocultos sus enemigos; pero los piratas, decididos por lo visto a acabar de una vez con ellos, seguían lanzando flechas encendidas que iban a dar unas en la casa y otras en el corredor que la circundaba.
Y poniéndose en cuatro patas, comenzó a dar vueltas por la estancia, lanzando tales y tan verdaderos maullidos, que Julita quedó suspensa y estática, creyendo tener delante de sí y en realidad un individuo de la raza felina. Como no era cosa de dejar pasar tan oportuna ocasión de dar a conocer sus benévolos sentimientos hacia esta familia, dijo con profunda convicción: Mamo, apo.
Eulalia huyó de la habitación lanzando gritos espantosos, y Carlos perdió el conocimiento. Cuando algún tiempo después volvió en sí, la lámpara ya no brillaba y no le quedaban, de lo que había pasado, más que ideas vagas e inciertas, como las ilusiones de la noche. Extendió los brazos a tientas y tropezó con un cuerpo inmóvil y frío.
Siguieron hablando de cosas del cielo algún tiempo, pero no como personas graves, sino como niños. Aquella charla pueril parecía refrescar á la condesa. La niña cándida y bulliciosa volvía á nacer dentro de ella, y salía lanzando dulces carcajadas á la luz, olvidándose de la oscura prisión en que había yacido once años.
Al verlos los piratas, salieron de los matorrales lanzando gritos de triunfo y blandiendo sus parangs en son de amenaza. ¡Canalla! gritó Van-Horn . ¡Ahí va eso! El salvaje más cercano, herido por la bala del piloto, cayó a tierra dando un alarido de desesperación.
Los cincuenta guerreros de Fresnedo, Meloneras y Navaliego, al oir aquella señal, surgieron de improviso del bosque donde se hallaban ocultos y cayeron como buitres hambrientos lanzando gritos horrísonos sobre los mozos de Condado y Lorío. ¿Quién pudiera resistir el ímpetu de aquella juventud magnánima?
Palabra del Dia
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