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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Así decia la vieja con toda aquella autoridad que su prudencia y sus canas le daban, y miéntras estaba aferrando áncoras un navichuelo que traía un alcalde y dos alguaciles; y era esta la causa de su arribo. No se habia equivocado la vieja en sospechar que el ladron del dinero y las joyas de Cunegunda en Badajoz, quando venia huyendo con Candido, era un frayle Francisco de manga ancha.

Pues una mujer que ha venido hoy de la sierra dijo D.ª Gregoria me ha contado que también mi pueblo va a declarar la guerra a ese ladrón de caminos; , Sr. de Santorcaz, mi pueblo, Navalagamella. Y allí no se andarán con juegos, sino al bulto derechitos.

-Antes es al revés; que, como de stultorum infinitus est numerus, infinitos son los que han gustado de la tal historia; y algunos han puesto falta y dolo en la memoria del autor, pues se le olvida de contar quién fue el ladrón que hurtó el rucio a Sancho, que allí no se declara, y sólo se infiere de lo escrito que se le hurtaron, y de allí a poco le vemos a caballo sobre el mesmo jumento, sin haber parecido.

La Edad de Oro no se quiere morir, porque nadie debe morirse mientras pueda servir para algo, y la vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer. Es como robar, deshacer lo que no se puede volver a hacer. El que se mata, es un ladrón.

-Eso no puede ser -respondió don Quijote-: digo que no puede ser que haya caballero andante sin dama, porque tan proprio y tan natural les es a los tales ser enamorados como al cielo tener estrellas, y a buen seguro que no se haya visto historia donde se halle caballero andante sin amores; y por el mesmo caso que estuviese sin ellos, no sería tenido por legítimo caballero, sino por bastardo, y que entró en la fortaleza de la caballería dicha, no por la puerta, sino por las bardas, como salteador y ladrón.

Recuerdo el miedo que me causaba al despertar en medio del sueño ese monótono murmullo del silencio nocturno, reagravado por el bulto humano, horroroso, amenazante, que parecían formar las ropas de mi padre puestas al acaso sobre una silla, y en cuya ingeniosa y casual combinación creía ver el cuerpo de un ladrón o de un bandido. ¡Oh! ¡Qué alegría, qué desahogo, cuando la mirada, después de un examen ansioso, descubría el fatal engaño y los objetos tomaban su forma natural disipándose el terrible fantasma!

¡Ladrón, calla, que me estás asustando! ¡Si se me han puesto los pelos de punta! ¡Callarás, ladrón! ¿Qué fué?... ¿Por qué has apagado la lámpara si en la oscuridad los ojos están llenos de luces? DON FARRUQUI

Y dentro del cerebro, como martillazos, oía aquellos gritos de don Santos: «¡Ladrón... ladrón... rapavelas!». La Regenta por Leopoldo Alas «Clarín» Librería de Fernando , Madrid Con Octubre muere en Vetusta el buen tiempo.

Mucho ojo con este carnicero, que es más ladrón que Judas. Si tienes alguna cuestión con él, nómbrame a y le verás temblar...». Y por aquí siguió amonestando y apercibiendo con ínfulas de verdadera ama y canciller de toda la familia. La suerte que se marchó. Serían las diez cuando la desposada se quedó sola con su marido y con Patricia.

Estás aquí por ladrón. ¿Sabes lo que es eso, Pepín? ¿No conoces lo que nos afrenta a todos? ¿No comprendes que vas a matar a tu pobre padre?... El Barrabás abandonó su inmovilidad y miró con ojos hostiles, homicidas, a los que estaban plantados algunas puertas más allá. Estoy aquí dijo con voz ronca por esos voceras, que se han chivado, contándoselo todo al juez.

Palabra del Dia

ciencuenta

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