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Actualizado: 6 de mayo de 2025
La Nela estuvo vagando sola todo el día, y por la noche rondó la casa de Aldeacorba, acercándose a ella todo lo que le era posible sin peligro de ser descubierta. Cuando sentía rumor de pasos alejábase prontamente como un ladrón.
Viéndose frustrado el ladrón le dió un fuerte golpe en la sien que le hizo venir al suelo. D. Baltasar salió inmediatamente á dar parte al juzgado. Octavio, después de haber sorbido dos tazas de tila y de ceñirse la cabeza con un pañuelo empapado en árnica, se retiró á su habitación pidiendo que le dejasen descansar.
¿He dicho acaso que iré a ver a Martín? pregunta Juan entre dientes. Y su pecho se levanta como para librarse del peso formidable que lo oprime. ¿Qué? ¿acaso vas a introducirte furtivamente en la casa de tu padre como un ladrón, sin dejarte ver de nadie? ¡No! Iré a despedirme... pero no de Martín.
Cuando un pueblo es tan inmoral que cada uno de sus hijos necesita un espía para no ser asesino ó ladron, no hay fuerzas humanas que impidan que el individuo de aquella sociedad sea ladron ó asesino. El espía no puede hacer otra cosa que añadir á la suma un guarismo nuevo. El ciudadano criminal tendria necesidad de un cómplice: este cómplice seria su propio guardian, la policía, el espionaje.
Aquella misma tarde recibiose aviso de que don Santos Ladrón, el atrevido guerrillero riojano, venía sobre Estella con quinientos voluntarios, al grito de España por Carlos V. Púsose en movimiento la escasa guarnición de la plaza, y Dios sabe lo que hubiera ocurrido si no llegara oportunamente el brigadier Lorenzo, mandado por el Virrey Solá con el regimiento de Córdoba y los provinciales de Sigüenza.
La luna, filtrándose con trabajo por una nube, comenzó a alumbrar aquella fatídica escena. Phs, phs, amigo dijo el alcalde al cabo de un rato, sin avanzar un paso. Oir el ladrón este amical llamamiento de la autoridad y emprender la fuga, fué todo uno. ¡A él, Marcones! ¡Fuego! gritó don Roque, dándose a correr con denuedo en pos del criminal.
El avisado lector, que no puede creer en duendes ni en demonios coronados, y que, como es de moda en estos tiempos de civilización, acaso no cree ni en Dios, habrá sospechado que es un ladrón el que se introduce por la claraboya de la iglesia. Piensa mal y acertarás. En efecto. Nuestro hombre con auxilio de una cuerda se descolgó al templo, y con paso resuelto se dirigió al altar mayor.
Atrás, pillo, ladrón, descamisado, demagogo. Pero todo es inútil. Se lleva, se lleva nuestra cosecha, nuestro bienestar, nuestra riqueza. Pobres hermanas arruinadas, ¿qué haremos para recobrar la perdida colmena?» Empezar otra.
Finalmente, un día en una tienda donde su madre regateaba unos juguetes, Pepito llamó ladrón al comerciante: horror al mercantilismo imaginó el abuelo.
Cuanto á mí, pecador, ni puedo correr metido en este saco harinero que por todos lados me sobra, ni tampoco es cosa de quitármelo y presentarme en el pueblo sin más vestimenta que una almilla rabona, unos gregüescos remendados y un par de zapatos. Ni siquiera medias. ¡Por vida del fraile ladrón!
Palabra del Dia
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