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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Te han acusado de haberlas vendido porque había que dar una explicación al desempeño y porque la justicia quiere comprenderlo todo. Pero lo cierto es que Lea recuperó sus alhajas antes de partir. Todo estaba arreglado de este modo para hacer de ti un ladrón y un asesino.
1 Pero acerca de los tiempos y de los momentos, no tenéis, hermanos, necesidad de que yo os escriba, 2 porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá como ladrón de noche, 3 que cuando dirán: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, como los dolores a la mujer encinta; y no escaparán.
Sería un ladrón si comiese tu pan, mientras un ser que es carne de tu carne sufre hambre; si me dejase cuidar en mi enfermedad, mientras esa infeliz tal vez está peor que yo y no encuentra en el mundo una mano que la sostenga. Si ella no vuelve, yo no soy tu hermano: soy un intruso que usurpa la parte de cariño y de bienestar que corresponde a otro ser.
Volvieron el rostro al cafetín, y como personajes de tragedia, lanzaron una eterna maldición sobre la cabeza de Espantagosos, un ladrón que, al quedarse sin dinero dos hombres honrados, les echaba a la calle sin más miramientos. El humo de la falla, denso y pegajoso, les hizo toser; pero se detuvieron ante el rescoldo enorme como un brasero de gigantes.
Si el venerable Marcones tuviese en aquel momento cabales sus facultades de observación, hubiese advertido acaso en la mano de la autoridad cierta tendencia muy determinada al movimiento convulsivo. El ladrón, al sentir los pasos de la patrulla, volvió la cabeza con sobresalto y permaneció inmóvil con la ganzúa en la mano. Don Roque y Marcones también se estuvieron quietos.
La Virgen se fue y volvió con una copita de oro en las manos; se la dio al niño y le dijo: «Ve a buscar a tu padrino y dile que llene esta copa de lágrimas de contrición, y entonces podrá entrar contigo en el cielo. Toma estas alas de plata y echa a volar.» El ladrón estaba durmiendo en una peña, con el trabuco en una mano y un puñal en la otra.
Refiere la historia de Pedro Armengol, ladrón al principio, que de repente se convierte á la práctica de la virtud, y borra sus anteriores pecados, consagrando su vida á la religión; encamínase á Argel para redimir esclavos, y encuentra allí á su hermana, que ha renegado de la fe católica y es amada por el Dey; conviértela de nuevo á sus antiguas creencias, y es llevado al suplicio por los moros, salvándose por la intercesión milagrosa de la Virgen, y rescatando gran número de esclavos cristianos, con quienes regresa á España y funda, con la protección del rey de Aragón, la Orden de los mercenarios para redimir cautivos.
También todo estaba como lo había dejado cuando regresó de comprar el cordoné. La arena y los ladrillos no parecían haber sido movidos. ¿Era realmente un ladrón el que había sacado los talegos? ¿o era una potencia cruel, que ninguna mano podría alcanzar, que se había deleitado en sumirle por segunda vez en la desesperación?
A lo que dijo don Quijote: -Ladrón, ¿estás puesto en la horca por ventura, o en el último término de la vida, para usar de semejantes plegarias? ¿No estás, desalmada y cobarde criatura, en el mismo lugar que ocupó la linda Magalona, del cual decendió, no a la sepultura, sino a ser reina de Francia, si no mienten las historias?
En efecto, La villana de Vallecas, con todos sus defectos de plan y de economía dramática, es siempre una comedia encantadora en alto grado, llena de todas las gracias del idilio, y notabilísima por la causticidad de sus sátiras; y, por el contrario, La ocasión hace al ladrón, á pesar de sus correcciones, no pasa de ser una comedia mediana y vulgar.
Palabra del Dia
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