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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Ahora, mientras Ana y Álvaro hablaban asomados a la galería, sin miedo al agua que les salpicaba el rostro ni a los relámpagos que rasgaban el horizonte negro enfrente de sus ojos, los demás, en la obscuridad del corredor estrecho jugaban a un juego de niños que se llamaba en Vetusta el cachipote, y que consiste en esconder un pañuelo convertido en látigo y buscarlo por las señas conocidas de: frío y caliente.

Concluida la revista, Bettina, sin mucho apuro, quitose sus largos guantes de piel de Suecia, reemplazándolos por gruesos guantes de gamuza, sacados del bolsillo del carruaje. Luego se deslizó sobre el pescante en el asiento de Edwards, recibiendo de éste las riendas y el látigo con extrema destreza y sin que los caballos, muy excitados, tuviesen tiempo de apercibirse del cambio de mano.

Cuando la joven subió al carruaje, y Pedro, chasqueando la lengua y el látigo, hizo arrancar a los caballos, alzose un gran rumor en la muchedumbre, que llegó a los oídos de María como un coro de lisonjas. La gente se apartaba precipitadamente dejando paso.

Ella, escandalizada de tales teorías, le zurraba de firme, con aquel látigo de la moral casera, que tan bien sabía manejar... Puede ser; míster Robert la auxiliaría con algún consejo, si le encontraba en el escritorio, que no le encontraría quizá, por ser día de fiesta.

Sus labios apretados, sus narices abiertas, la palidez repentina de su frente atestiguaban el combate interior por que pasaba. Repentinamente bajando su látigo como para saludar. ¡Pues bien dijo perdón! En el mismo instante castigó violentamente su caballo, y partió al galope dejándome en medio del camino. No la he vuelto á ver después. 30 de julio.

24 Mejor es estar en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en casa espaciosa. 1 Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así conviene al loco la honra. 2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición sin causa nunca vendrá. 3 El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para el cuerpo del loco.

El hombre necesita pan y palo decía luego, recobrada ya su serenidad . Un látigo muy largo para que marche derecho. El mundo está lleno de pillos. Que dejen al hombre en libertad, y veremos la que se arma. Al final, el señor José se tranquilizaba, mostrando un optimismo feroz. Por fortuna, esto va para largo.

El cura de Boán no quiso más garrote que el suyo, que era formidable; Ramón Limioso, fiel a su desdén de la grey villana, asió el látigo más delgado, un latiguillo de montar. El Tuerto empuñó una especie de tralla, que, manejada por diestra vigorosa, debía ser de terrible efecto.

Según la linda frase de María Leckzinsca, «Un cochero viejo gusta siempre de oír restañar el látigoPero a Raúl le gustaba más tenerlo por el mango... Durante aquel período de desanimación y cansancio fue cuando conoció a miss Darling en la embajada de Inglaterra.

Le molestaba más, haciéndola estremecerse de cólera, la imagen de Celinda con el látigo levantado. Pero olvidó su rencor al ver que Ricardo acudía puntualmente, atendiendo el ruego que ella le había hecho al anochecer para que pasase la velada en su casa. Al notar que Watson miraba con inquietud las puertas del salón, creyó oportuno tranquilizarlo. Nadie vendrá.

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