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Actualizado: 20 de junio de 2025
Apenas le hubo hablado al oído, se levantó bruscamente, tomó su capa y arrojó un escudo a Flores, diciendo con aire singular: Forzosamente, señores, ese gitano tiene que ser Satanás en persona, puesto que está en tres lugares a la vez; porque yo os juro ¡por Cristo! añadió persignándose , que bordea desde hace dos horas a la vista de Sanlúcar.
El ingeniero juró también con el entusiasmo de una juventud enérgica.
Si tú fueras también mi hijo, yo te la confiaría descansadamente. Estaba Salvador anhelante, mirando al enfermo, que continuó con su voz grave y triste: Pero no lo eres, no; yo te lo juro.... Por ahí se ha dicho que sí...; ¡se dicen tantas cosas!
Tuve la audacia de amar á usted; tuve la audacia de decírselo y no la tuve para morir. ¡Cuánto debe usted despreciarme! Soy muy desgraciado; no puedo serlo más, aunque el cielo se empeñase en ello; pero le juro por mi salvación que no trocaría mi desgracia por la felicidad de nadie.
Religioso y heroico sentimiento le asaltaba a la sola la idea del juramento. ¡Cuántos antepasados suyos habrían afrontado la muerte por un «aceto», por un «lo juro»! Y tanto más en Avila, donde se hallaba la Basílica de San Vicente, la más famosa iglesia juradera del reino. No importaba que el pacto fuese contraído con infieles.
¿Qué merecerías que te hiciera? me dijo con sibilante rencor. ¡Lo que es mañana, le cuento todo a tu madre, y ya verás lo que son gracias! Yo veía aún bastante mal, las cosas bailaban un poco, y el estómago continuaba todavía adherido a la garganta. Sin embargo, le respondí: ¡Si le cuentas algo a mamá, lo que es esta vez te juro que me tiro!
En Palacio cundió la alarma con las noticias que llegaron del tumulto de la capital. El Monarca, cuando recibió á sus gentileshombres y al jefe de la Guardia, se mostró muy sorprendido, y hasta juró que tendrían los amotinados pronto y ejemplar castigo. Volvió á la camarilla y al lado de su consejero áulico, que estaba alborozado por haber sentido una algazara más fuerte que la anterior.
22 Y el rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino, porque él es mi hermano mayor; y tiene también a Abiatar sacerdote, y a Joab hijo de Sarvia. 23 Y el rey Salomón juró por el SE
E porque estos prestidos que podian ser en número de cien cuentos, no bastaban á los gastos continos que se recrecian en la guerra, acordó vender alguna cantidad de maravedís de sus rentas para que los oviesen por juro de heredad cualesquier personas que los querian comprar, dando diez mil maravedís por un millar.
¡Oh! te juro... te juro que el bufón no hablará; pero para eso es necesario... ¡Qué! Que don Francisco de Quevedo, mi amigo... mi buen amigo, pueda estar seguro en la corte. ¡Cómo! El duque de Lerma... ¡Oh! descuida... pero tu madre se acerca. En efecto, la duquesa venía cargada con una multitud de estuches. ¿Qué es eso, señora? dijo don Juan. Este es el dote de tu esposa que yo la doy.
Palabra del Dia
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