Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de octubre de 2025
Bonis vio que se seguía hablando de los Valcárcel, de si el niño se parecería a su abuelo, si sería abogado, si sería jugador, como tantos otros de su familia; se amontonaban los recuerdos del linaje, buenos y malos. Nadie se acordaba de los Reyes pretéritos para nada. Antonio seguía llorando, y a Bonifacio le faltaba poco. «¡Su padre! ¡Su madre! ¡Si vivieran! ¡Si estuvieran allí!».
Pero insistí en mis relaciones con una especie de obcecación estúpida como si el renunciar á Lea fuese prescindir de todos los sacrificios que había hecho por ella. Me encontraba en la situación de un jugador que busca el desquite. Y, además, tenía miedo á su carácter exaltado. Aquella mujer altanera y violenta tenía á veces recaídas en el orgullo de su antigua condición que le hacían terrible.
¡Cállese usted, hombre! exclamó la señora riendo. Á usted hay que meterlo en salmuera para que no se pierda. Está visto, D.ª Feliciana no puede enfadarse conmigo. Y así era la verdad. El espíritu de aquella señora guardaba en sus adentros notables afinidades con el del jugador. Ambos se comprendían admirablemente.
¡Infeliz! ¡Se ha dejado morir de hambre! dijo el jugador con sorpresa. Así se llama esto repuso la mujer con voz apagada. Se acostó de nuevo, y volviendo la cara hacia la pared, entró en una rápida agonía. Aquel día enmudecieron el acordeón y las castañuelas, y se olvidó la Iliada y sus héroes.
Al sentarse á la mesa se rodeaban de libros y papeles: estadísticas de los números más favorecidos en los últimos años, manuales del perfecto jugador, cálculos propios, logaritmos que ellos solos podían entender.
Este algo se llama remordimiento, y él, con su punzante aguijón, puso ante los ojos de Jacobo, antes que los cinco mil duros ganados, las aterradas fisonomías de la mujer y de los hijos del que los había perdido, padre de familia, jugador de oficio, marcado con ese sello de desdicha común a los del gremio, que por ser desdicha buscada no despierta en ellos mismos compasión, sino enojo.
Si el lector este lector de quien hablamos tanto los escritores fuese una realidad concreta y tangible, entonces yo me dirigiría a él y le diría: ¿Qué artículo de San Sebastián quiere usted que yo le haga? ¿El de la lluvia? ¿El del jugador? ¿El de las pulgas? ¿El de la Concha? ¿El del objeto perdido? ¿El de la misteriosa extranjera...?
Pero Castro se guardaba de añadir que muchas veces pedía prestado á Spadoni su archivo para comprobar los propios cálculos, y á pesar de burlarse de sus invenciones, arriesgaba sobre ellas algún dinero, por una superstición de jugador que cree en el instinto de los inocentes. Después del almuerzo, los dos se apresuraban á marcharse al Casino.
Mire usted dijo Paco al oído de la señora que tenía á su lado con qué energía defiende D.ª Feliciana los perros chicos de su yerno. D.ª Feliciana comprendió por el movimiento de los labios del jugador y por la sonrisa de su compañera que había servido de tema á una burla, y no dijo otra palabra. El juego continuó y volvió á escucharse el cántico de los números en medio de religioso silencio.
Pendenciero, jugador y amante de dar guerra a las mujeres, era más que difícil hacerlo sentar la cabeza; y el virrey, que le profesaba paternal afecto, se propuso en Lima casarlo de su mano, por ver si resultaba verdad aquello de estado muda costumbres. Evangelina Zamora, amén de su juventud y belleza, tenía prendas que la hacían el partido más codiciable de la ciudad de los Reyes.
Palabra del Dia
Otros Mirando