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Actualizado: 27 de julio de 2025


Esas familias casi no conocen el sabor de la carne; su alimento consiste principalmente en habas y judias, y Granada les compra los frutos rosados de millares de cactus. Por último, las numerosas fraguas subterráneas de aquella raza de albéitares y estañadores, me hacían imaginar que visitaba el reino de Vulcano en caricatura. Pero no se crea que los Gitanos aman mucho sus cuevas.

Sabes que en estas cuestiones hace entre nosotros cada uno lo que quiere. Papá y yo no creemos en ciertas cosas, y nunca hemos practicado, como dicen los devotos: vosotras no lo habéis hecho porque no habéis querido, pero nadie os ha obligado a ser judías. ¡Hombre, judías no somos! Bueno; supongamos que ahora os da por ahí, en esto no me meto.

Sois unos locos de remate. Pasáis la vida envenenándoos con la química de los cocineros. Para ti fuera del maíz todo es química. ; me harto de maíz, me harto de judías, pero mañana no imploro como los auxilios de la magnesia. Los granos de maíz se van solitos al estómago sin temor de que les den escolta las pastillas de Vichy. Los comensales reían.

O mucho me engaño, o esto salió de la cabeza de un novelista que se alimenta con judías. El pobre Ido es incapaz... De engañar a sabiendas, eso . Pero no te quepa duda. La primitiva idea de que ese niño es mi hijo debió ser suya.

Derrumbáronse á puntapiés las bóvedas de cañas por las cuales trepaban las verdes hebras de las judías tiernas y los guisantes; cayeron las habas partidas por la furiosa hoz, y las filas de lechugas y coles saltaron á distancia á impulsos del agudo acero, como cabezas cortadas, esparciendo en torno su cabellera de hojas.... ¡Nadie se aprovecharía de su trabajo!

Allí de Nabucodonosor andando a cuatro patas; aquí de un tío en pelota que le llaman Eneas, con su padre a la pela. «Pero lo mejor que estamos pintando ahora... y que lo vamos sacando de lo fino..., es aquel paso de Hernán-Cortés cuando manda dar fuego a las judías naves...». Ganaba mi hombre todo lo que necesitaba, y era venturoso, y la sujeción del día la compensaba con las largas expansiones de charla y copas que se daba de noche en algún café, convidando a los amigos.

Pepe Ronzal alias Trabuco, no se sabe por qué era natural de Pernueces, una aldea de la provincia. Hijo de un ganadero rico, pudo hacer sus estudios, que ya se verá qué estudios fueron, en la capital. Aficionado al monte, como Vinculete al tresillo, desde la adolescencia, ni durante las vacaciones quería volver a Pernueces, ganoso de no perder ni unas judías. No pudo concluir la carrera.

Ella es lista como una anguila y saltarina como una cabra... pero tiene el corazón igual que una manteca fresca... Es muy noble... muy noble... y al mismo tiempo muy amorosa... Teniendo cuidado de sujetarla un poco por la pierna será como una cordera... Después, nada melindrosa para comer... lo mismo se pasa con carne que con unas pocas de judías... En habiendo pan en la masera, ya está satisfecha... No te malgastará un cuarto, Jaime...

Pero don Germán era enemigo de ellas; las dejaba a su esposa y a los convidados; él se mantenía de verduras, judías, huevos y tal cual trozo de carne asada. Aquella alimentación primitiva servía para embromarle y armar algazara. Sobre todo lo que despertaba siempre más risa era verle comer a puñados el maíz cocido, costumbre adquirida en América.

Tirando de aquí y de allá, podían pasar aquel día; pero ¿y el siguiente? Yo no tenía ya ni dinero ni quien me lo diera. Debía no cuántas fanegas de judías, doce docenas de alpargatas, tantísimas arrobas de aceite; no me quedaba que empeñar o que vender más que el rosario. Los primos, que me sacaban de tantos apuros, ya habían hecho los imposibles... Me daba vergüenza de volver a pedirles.

Palabra del Dia

buque

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