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Actualizado: 27 de julio de 2025
Entretanto podemos comer pasteles, Dios sea bendecido. Y el señor Colignon se ríe como siempre, con glogó de pavo y trepidación de estómago. Prosigue. Yo veo ya que hacen falta aquí judías y garbanzos y aceite. Tanto mejor para comer pasteles. Dios se lo pagará, señor Coliñón. Antes dejaría de salir hoy el sol que usted de aparecer con su agasajo pascual.
El más alto goce que Demetria experimentaba era cuando el tío Goro se decidía á pernoctar en la cabaña. ¡Un día más! Aquello de dormir vestida entre la yerba, porque allí no tenían camas, y de cocer las judías y sazonarlas y batir los puches ó picar la sopa, causaba á la doncellita una felicidad inexplicable.
Ya que otros lo eran, ¿por qué no serlo él? Pensaba en las judías averiadas y el pan duro de su madre; en las vilezas que le costaba cada pantalón nuevo; en el hambre, inseparable compañera de muchas de sus expediciones.
Están convencidos de que sus hijas van a ganar miles de duros en ese comercio. La leyenda de la Raquel, israelita, millonaria y cómica, se ha extendido ya mucho entre los judíos del Oriente. No hay nada más cómico y enternecedor que esas dos jóvenes judías en las tablas. Están atemorizadas en un rincón del escenario, empolvadas, pintadas, despechugadas y tiesas. Tienen frío, se avergüenzan.
Apesar del dinero que había logrado juntar, no pretendía salirse de su esfera; siempre se manifestó respetuoso con los superiores. ¿Verdad, Saleta, que no era como esos piojos resucitados, que así que les suenan algunas monedas en el bolsillo olvidan las judías y el centeno, como si en su vida los hubiesen probado?... Valero, siéntese usted, y diga pronto si es vuelta eso que tiene... ¿Vienes a establecerte aquí, chiquita, o te vuelves a ver a los franchutes?
Pitillos, señor, aunque sean de los de mataquintos. El hombre es humo, y en faltándole el humo, ya no es nada. Aquí tiénennos sin corbata, que es peor que no comer. Señor, las lentejas, y las judías y los garbanzos tienen coco. El queso está ratonado. Que lo sepa el excelentísimo señor Presidente de la Diputación. ¿Y carne? Pa agolerla.
Una ó mas tarimas en el dormitorio, un triste mobiliario en la cocina, una muy escasa provision de habas, garbanzos ó judías en la despensa, y en la salita dos viejos taburetes de palo, una mesita coja, y algunos pequeños trastos con útiles de trabajo pendientes de los muros entre estampas de colores vivos, ya religiosas ya profanas; tal es el menaje de aquella sociedad subterránea.
Entremeses, ostras, sopa de arroz, truchas con jamón, pollo asado, ensalada, guisantes con huevos, soplillo de chocolate, quesos y frutas, vinos, café y licores. Segundo. Entremeses, juliana con huevos, lenguados al plato, salmón, pecho de carnero asado, judías verdes, flan de leche, quesos, galletas y uvas, vinos, café y licores. Tercero.
Cuando come carne... Sí señora. Dice el médico que tiene el cerebro como pasmado, porque durante mucho tiempo estuvo escribiendo cosas de mujeres malas, sin comer nada más que las condenadas judías... La miseria, señora, esta vida de perros. ¡Y si supiera usted qué buen hombre es!... Cuando está tranquilo no hace cosa mala ni dice una mentira... Incapaz de matar una pulga.
JUDÍAS CON CHORIZO Cocidas y sazonadas las judías, se componen con cebolla frita y pimentón; aparte se tienen asados unos chorizos pequeñitos y se meten en las alubias un rato, procurando que no se deshagan.
Palabra del Dia
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