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Actualizado: 22 de mayo de 2025
¡Oh! ¿qué es esto, señor? ¿qué es esto? dijo ; ¿qué dama es esa que tan ricas, tan magníficas joyas usa? ¿y dónde iba esa dama tan engalanada? ¡oh, Dios mío! ¡y qué pensará de mi esa dama! ¡si al echar de menos esta prenda me tomase por un ladrón!... La frente del joven se cubrió de sudor frió y se sintió malo.
Asunción, que era la mayor, de una hermosura menos picante y graciosa que su hermana, pero más acabada, más interesante, más seria, digámoslo así, en una palabra, mucho más hermosa, se había puesto algunas de las joyas y preseas de Inés.
De esta clase son aquellas mujeres que vulgarmente llaman teatinas, las cuales son de estos padres reducidas al desprecio del mundo, y ellos entre tanto cogen sus joyas, vestidos, aderezos de casa, y finalmente muy buenas rentas.
El edificio está dividido en grandes compartimientos adecuados para guardar los carruajes y arreos, en asombrosa profusion; abrigar los potros y las yeguas de primer órden, que están allí como joyas de primor; alojar setenta soberbios caballos de tiro, otros tantos de silla, doscientas mulas para los coches de palacio, y un enjambre de lacayos y mozos puestos al servicio de sus amos, cuadrúpedos de sangre azul.
Ofreció Ricote para ello más de dos mil ducados que en perlas y en joyas tenía.
Sólo cuando Ramiro advirtió, cierta mañana, que de todo el dinero que le pagara un morisco por las joyas y el rocín, quedábanle únicamente en la escarcela tres escudos de oro y algunos reales de plata, comenzó a barruntar los momentos de angustia que podían sobrevenir. ¿Qué hacer?
La cabeza se me abrasa, y parece que me vuelvo toda uñas...». Salieron las señoras. Fortunata vio primero a una de pelo blanco, después a Jacinta, después a una pollita que debía de ser su hermana...; vio terciopelo, pieles blancas, sedas, joyas, todo rápidamente y como por magia. Las tres entraron en el coche, y el lacayo cerró la portezuela. ¡Pero qué cosas!
La vida galante, de perfumes, de joyas, de elegantes y afrodisíacos venenos, de bacarrat, de música frívola y áureo tintinear de relucientes luises, tiene este amargo contraste del calabozo y del buriel del presidiario. El grillete disipa los sueños absurdos de morfina.
Llegó el día de la Virgen. La fiesta era igual a la de todos los años. La imagen famosa había salido de su capilla, ocupando sobre su peana un sitio en el altar mayor. Llevaba el manto guardado en el Tesoro y todas sus joyas, que centelleaban acariciadas por el bosque de luces, como si rieran con una escala temblona de fulgores.
Hubo un largo silencio; y el marido, que seguía pensativo, dijo de pronto, como si hubiese encontrado una solución: Por suerte, tenemos tus joyas. Podemos venderlas antes de embarcarnos. Miró Elena irónicamente el collar y las sortijas que llevaba en aquel momento. No llegarán á dar dos mil francos por éstas ni por las otras que guardo. Todas falsas, absolutamente falsas.
Palabra del Dia
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