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Hizo un esfuerzo para reir y exclamó en tono jocoso: ¡Vaya un chasco!... Pensé que eso era ya agua pasada, niño... Si supiese que esa mujer te tiraba algo no me hubiera acercado á ella... Porque donde está un amigo verdadero como toas las mujeres están de más para ... Y si antes hubieras hablado, antes te hubiera dejado el campo libre... Pero eres como Dios te crió, guasón y cazurro si los hay, y no tienes confianza para decirle á un amigo: «Hijo, quítate del medio que me estorbas...» Toma, toma la llave, que no tengo vergüenza si vuelvo á hablarte en los jamases de la vida.

Ahora bien, Granate no acababa de persuadirse a que Paco Gómez procediese de buena fe. Su carácter jocoso, los terribles bromazos que se le atribuían perjudicábanle en el ánimo del indiano.

Pero en ocasiones, atacado de cierto espíritu sarcástico y jocoso, pretendía burlarse repitiendo del modo más desdichado las bromas de Moreno. Hola, Sr. Llot, ¿cuántas misas ha oído usted hoy? ¿Ha estado usted en las Góngoras esta tarde? Godofredo no se daba por ofendido; sonreía dulcemente, acostumbrado a aquellos martirios que a causa de su piedad le infligían los amigos.

Esperaba tranquilizarme con ese tono jocoso, pero en su cara, pálida y un poco contraída era tan doloroso el esfuerzo para sonreír, que no pude contener las lágrimas. Mi padre me alargó la mano, torpe y pesada, y me dijo con una especie de melancólico asombro: Pero, entonces, ¿me quieres?... ¡Lo dudaba, después de las bondades que tiene para continuamente!

D.ª Robustiana se placía mucho en reunir á las comadres del pueblo y pasar entre ellas la velada oficiando de señora. También Regalado gustaba de dar rienda suelta á su temperamento jocoso y maleante á costa de las mujerucas. Por eso, aunque era ya bien entrada la primavera, se persistía en aquellas tertulias nocturnas propias del invierno.

Porque hoy nos desayunamos antes, iremos a misa antes... y después..., después Dios dirá. Pero necesito concluir de extender estos recibos. Pues no se concluyen. Entonces no es que Dios dirá; es que dices repuso él en tono jocoso. Eso es, digo yo... y mando que te vengas conmigo ahora mismo a desayunar. Así se hizo.

Sin embargo, Araceli irguió su cabecita con altanera indiferencia. Ya , ya todo eso, querida. ¡A ver, que la tome aquí ahora mismo ante nosotras! exclamó la amiguita de humor jocoso que la había saludado en francés . ¡Yo soy la reina! Dejad que me siente ahí en lo más alto. Margarita, echa ese cojín en el suelo. Esa es la almohada. Carmen, serás la madrina.

Y se acercaba á él y le pasaba con delicadeza la mano sobre la cerviz. Bartolo gruñía. Estaba Celso en vena de humor jocoso y bromeaba imitando, en cuanto le era posible, el acento, la desenvoltura y el donaire que había admirado en sus compañeros de cuartel allá en Sevilla. Era su dulce manía.

Era de Reynoso; se informaba de su salud, de la de su madre y amigos de la casa, le hablaba en tono jocoso de su viaje, de su vida en aquellas soledades; por último, antes de despedirse le decía que había llegado a sus oídos por medio de un paisano recién desembarcado que se casaba. Le daba la enhorabuena y lo mismo a su mamá y le deseaba toda suerte de felicidades. Elena tuvo una inspiración.

Tomó la pluma para contestarle; adoptó el mismo tono amical y jocoso; le dio cuenta de su vida y de las noticias más culminantes en el pueblo. Pero al concluir estampó con increíble audacia las siguientes palabras: «En cuanto a la noticia de mi boda es absolutamente falsa. Yo no me caso ni me casaré jamás con nadie si no es con usted