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Actualizado: 2 de junio de 2025
Tarlein, vamos a dar una vuelta por los jardines. Sarto cedió inmediatamente. Bajo sus bruscas maneras se ocultaba prodigioso tacto y también, como lo fui reconociendo más y más cada día, un profundo conocimiento del corazón humano. ¿Por qué se mostró tan poco exigente conmigo respecto de la Princesa?
Una vez solos nos saludamos de nuevo como verdaderos amantes y en seguida me presentó dos cartas. Era una de Miguel el Negro, invitándola cortésmente a pasar el día en el castillo de Zenda, como tenía por costumbre hacerlo una vez cada verano, cuando el parque y los jardines del castillo ostentaban toda su belleza.
Partió esta mañana, y está muy lejos... ¡muy lejos! dijo la lady . Es posible que jamás vuelvan á verse... Yo le escribiré que usted la perdona, y esto le proporcionará la tranquilidad que necesita en su nueva existencia. El príncipe la fué acompañando hacia la salida de sus jardines. Durante el camino volvió á lamentarse.
El gigante vió un edificio bajo, de paredes blancas, con extensas columnatas, jardines y amplias escaleras de mármol que se hundían en el agua azul. Recordó que Flimnap le había hablado de este palacio, construído por los antiguos emperadores para sus baños de mar. Bajo las columnatas había parterres llenos de flores.
Si Paris y las dos ciudades belga y holandesa que he citado, y Berlin y San Petersburgo, han avanzado tanto en sus museos de historía natural y botánica, Inglaterra puede gloriarse de no tener rivales todavía por sus jardines de Londres, que son tan perfectos cuanto el estado de la ciencia y de los viajes y el arte lo permiten.
¡Puentecillo de El Pardo, por donde pasaba el príncipe de las leyendas galanas! En las tardes vernales, doradas y olorosas, yo he evocado la sombra del rey galán por estos jardines señoriales y estas montaraces espesuras. Yo siento una honda simpatía por este príncipe y por esta época exaltada, generosa, pintoresca, de un decadentismo elegante y escéptico.
En los mismos Campos Elíseos, aparte de sus jardines, bosques y palacios, cuéntanse innumerables cafés, fondas, salones de baile y todo lo que idearse puede: tambien adorna el citado paseo el Circo de la Emperatriz, de sólida y esbelta construccion. Hay tambien muchas sociedades de baile donde las sueltas y alegres modistas danzan con los estudiantes.
Pusiéronse todos en marcha, a través de aquellos campos floridos, aquellas verdes praderas, bosques espesos y preciosas casitas rodeadas de jardines, que adornan todo el camino desde Guichon hasta el mar.
Por desgracia, tengo necesidad de volver a la ciudad, donde he de permanecer algún tiempo. Será la voluntad de Dios el que yo me aleje de estos sitios; cúmplase, pues, su santa voluntad. El domingo estuvo a comer con nosotros M. Morel, distinguido dibujante y buen músico; es él quien ha trazado la mayor parte de los jardines ingleses que admira todo el mundo en los alrededores de París.
Caminó ligeramente hacia Monte-Carlo. Pasaba ante las «villas» y los jardines como si sus pies tomasen nuevo impulso al tocar el suelo, como si en la atmósfera primaveral se hubiesen disminuído las leyes de la gravedad. Dentro de la población se detuvo ante las gradas de la iglesia de San Carlos.
Palabra del Dia
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