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Actualizado: 28 de junio de 2025


Acogió el ingeniero con una paciencia algo irónica esta consulta; pero apenas la mestiza empezó á hablar, su rostro se transformó, prestando una atención reconcentrada á todas sus palabras.

Robledo, que se había despabilado, mostró una admiración irónica. ¡Qué elegante!... Tuve miedo contestó el oficinista de que el chaqué se me apolillase en el cofre, y lo he sacado á tomar el aire. Después se acercó con timidez á Elena. «¡Buenas noches, señora marquesa!» Y le besó la mano, imitando la actitud de los personajes elegantes admirados por él en comedias y libros.

A pesar de esta convicción, no podía contener en ciertos momentos una agresividad irónica, que se desahogaba inventando apodos clásicos. La joven esposa de Ulises, inclinada sobre su labor de encajera, era Penélope esperando la vuelta del errabundo marido. Doña Cristina aceptaba este sobrenombre, por saber vagamente que era el de una reina de buenas costumbres.

La señorita Margarita, á pesar de su incompetencia, no dejaba de señalar sucesivamente á mi atención todos los encantos de aquel paisaje severo y dulce, acompañando, sin embargo, cada una de sus observaciones con una reserva irónica.

Robledo acogía tales lamentaciones con una conmiseración irónica que acababa por irritar á su amigo. Como no conoces lo que es el amor dijo Torrebianca una tarde , puedes prescindir de la mujer y permitirte esa serenidad burlona.

Mientras tanto, el resto de la procesión seguía respondiendo, con irónica tenacidad, su Ora pro nobis. ¡A spiritu fornicationis! dijo el padre Urizábal. Libera nos, Domine contestaron compungidos Dupont y todos los que entendieron esta súplica al Altísimo, mientras una mitad de la procesión rugía desde lejos: Nooobis... obis.

Repetidas veces espió el príncipe á Castro, esperando sorprender en él una mirada irónica, algo que le revelase sus impresiones acerca de la visita que había recibido en la mañana. Pero la presencia de Lewis parecía haber borrado en él todo recuerdo que no tuviese relación con el juego.

Tristán se dirigió a este grupo, terció en la conversación y en cuanto le fue posible se arregló para sacar a Gustavo de allí y llevarle hacia un rincón donde había dos mecedoras. Ambos se sentaron uno frente a otro. Hablaron unos instantes de asuntos indiferentes. De pronto Tristán afectando una risita irónica: ¿A que no sabes, Gustavo, dónde te han visto hoy?

Núñez quedó suspenso y acortado ante aquel exabrupto, pero reponiéndose instantáneamente replicó: Porque eso, señorita, sería una insolencia. ¿Y el burlarse de los que están ausentes qué es? replicó Clara. Lo que usted quiera. Me entrego a las severas pero bellas manos de usted y sólo le pido que no me haga demasiado daño dijo Núñez con galantería un poco irónica.

¡La sonrisa irónica, feroz, cortante del doctor!... Argensola no había conocido al viejo Madariaga, y sin embargo, se le ocurrió que así debían sonreir los tiburones, aunque jamás había visto un tiburón. Es la guerra afirmó Hartrott . Cuando salí de Alemania, hace quince días, ya sabía yo que la guerra estaba próxima. La seguridad con que lo dijo disipó todas las esperanzas de Julio.

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