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Actualizado: 30 de junio de 2025
En el invierno gastaba talmita corta con broche de oro, y un sombrero tirolés de alas reviradas, que le sentaba extremadamente bien. En el verano gustaba de vestirse trajes de franela blanca bien ceñidos, que denunciasen las graciosas curvas de sus formas. Las corbatas eran casi siempre de gasa, los zapatos descotados, el cuello de camisa a la marinera. Por debajo del puño se le veía un brazalete.
Carta de Demetria. Llegó el invierno. La Peña-Mayor al norte la Peña-Mea al sur envolvieron su cabeza en toca de nubes para no dejarla ver si no tal cual día señalado. Y comenzó la lluvia suave, pertinaz y fertilizante que debía trasformar el valle en ameno vergel allá en la primavera. Ni una teja, ni una rama de árbol, ni una brizna de yerba sin su gotita de agua.
Los ríos ruedan hacia los mares por cerca de comarcas abrasadas, desbordándose en el invierno no para fecundar, sino para arrastrarlo lodo en el ímpetu de la inundación. Hay piedra para iglesias y nuevos convenios, nunca para diques y pantanos. Se levantan campanarios y se cortan árboles, que atraen la lluvia.
Este hecho bastaría para que las estaciones no tuviesen la misma duración; pero esta desigualdad aumenta más aún por la circunstancia de que la Tierra se mueve en su órbita con rapidez tanto mayor cuanto más cerca del Sol se encuentra, cosa que ocurre precisamente cuando recorre los dos arcos más pequeños, los de otoño y de invierno. El solsticio de Cáncer el 21 de junio, á 0h 23m de la mañana.
Hacía tiempo que Materne y sus hijos caminaban sin hablar; el tiempo se había presentado hermoso; el pálido sol de invierno brillaba en la nieve deslumbrante sin llegar a fundirla; el suelo sonaba a duro.
Aun cerca de las cascadas, conservan tenazmente su forma masas de nieve convertidas en hielo y rociadas continuamente por el salto del agua. Parece que se niegan á fundirse. Se ve con frecuencia delante de la movible catarata del torrente una especie de pantalla formada por una catarata solidificada, la de las nieves heladas que detuvieron el curso del torrente durante el invierno.
El ganado nos da leche y manteca y carne si la necesitamos: tenemos castañas abundantes que alimentan más que la borona y nos la ahorran durante muchos días; y esos avellanos que crecen en los setos de nuestros prados producen una fruta que nosotros apenas comemos, pero que vendida á los ingleses hace caer en nuestros bolsillos todos los años algunos doblones de oro. ¿Para qué buscar debajo de la tierra lo que encima de ella nos concede la Providencia, alimento, vestido, aire puro, luz y leña para cocer nuestro pote y calentarnos en los días rigurosos del invierno?
El mármol de Felisardo muestra en su acción notable semejanza con el cuento de invierno de Shakespeare; y como este drama, según parece, proviene de la Pleasant History of Dorastes and Fawina, de Roberto Green, es de presumir que todas estas obras tengan por base una antigua novela, desconocida para nosotros y aprovechada también por Lope.
Reinaba una paz severa, producto de la simplicidad de las ocupaciones o de la austeridad de los estudios y el aire pastoril de aquella colina, donde dormía bajo un sol blanco de invierno, el pueblo religioso. Y en aquel sereno ambiente, me pareció que descendía a mi alma, de repente, una paz absoluta.
Los asientos tapizados de seda rosa, igual a la que adornaba los planos de las paredes, estaban ocupados por señoras. El ambiente era más limpio que en el jardín de invierno, donde una atmósfera de humo de habano y tabaco oriental con perfume de opio flotaba sobre las plantas.
Palabra del Dia
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