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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Se requeriría realmente un hombre inteligente para inventar una historia como ésa; y, además, la noche que vino a la taberna parecía más asustado que una liebre. Durante este discurso sin dilación, Silas había permanecido inmóvil en su primera actitud, apoyando los codos en las rodillas y oprimiéndose la cabeza entre las manos. El señor Macey se detuvo, no dudando que había sido escuchado.
Dos loqueros graves, membrudos, aburridos de su oficio, se pasean atentos como polizontes que espían el crimen. Son los inquisidores del disparate. No hay compasión en sus rostros, ni blandura en sus manos, ni caridad en sus almas. De cuantos funcionarios ha podido inventar la tutela del Estado, ninguno es tan antipático como el domador de locos.
Veamos les dije; ¿quién de estos señores, que todo lo saben, nos dará la clave de este enigma? ¿Quién nos podrá contar la historia de ese palco misterioso? Todos permanecieron silenciosos, hasta el profesor, el cual, pasándose una mano por la frente como procurando recordar la anécdota, hubiera concluido probablemente por inventar una; pero el notario no le dio tiempo para ello.
Era una estupidez que persona de tal mérito tuviera que esconder su buena ropa, ponérsela a hurtadillas e inventar mil mentiras para justificar el uso de diversas prendas que parecían ajustadas a su hermoso cuerpo por los mismos ángeles de la moda.
Si en otro tiempo se había dicho: ya que no puedo inventar grandes pasiones, dramas y novelas, hagamos todo esto, sea yo mismo el héroe, ¿por qué no había de aspirar ahora a un heroísmo de otro género? ¿No podía ser santo? Para artista, para escritor, le faltaba talento, habilidad. Para ser santo no se necesitaba esto.
Más verdad dices de la que piensas repuso la marquesa. Pero madre dijo la condesa ; a fuerza de restricciones, nos pondréis en el caso de hacer una insulsez. Me fío de tu buen gusto respondió la marquesa , y en lo que es capaz de discurrir e inventar Rafael, para que así no sea. Otra advertencia.
San Roque tiene el poder de evitar la propagación de las epidemias. El colmo de lo absurdo ¿Es acaso posible inventar ni suponer mayores absurdos que los hasta aquí mencionados?
»Sentí entonces que el corazón se me oprimía y me quedé sin aliento. Era aquélla la primera vez que le veía llorar, y esto me revelaba que ya no había esperanza. » ¡Estamos, pues, perdidos! exclamé. ¿No conoce usted ningún recurso? ¿No puede inventar ningún remedio? » Todo es inútil ya me respondió.
Contra el candidato de la Junta de Orense. ¿Piensa usted que allá admiten esas distinciones? Estamos a triunfar contra cualquiera. No andemos con circunloquios; ¿cree usted que vamos a salir rabo entre piernas? ¿Sí o no? Trampeta permanecía indeciso. Al cabo levantó la faz, con el orgullo de un gran estratégico, seguro siempre de inventar algún ardid para burlar al enemigo.
Nada más. ¿Le parecía poco?... El Cantó no era aficionado a las alturas, porque sus cuestas le hacían toser. Siempre andaba por los valles, sentándose bajo los almendros y las higueras para inventar sus trovos. Si había subido hasta la herrería, era indudablemente porque el Ferrer le habría llamado. Hablaban los dos con gran animación.
Palabra del Dia
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