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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Cesarina va allí muchas veces, y su cuñado, Luis de Vignet, el amigo de Alfonso, está casi siempre; hace versos y se los lee a las señoritas de la reunión; les ha leído también algunos, escritos por Alfonso, que han sido celebrados por la concurrencia: cuando se le interroga sobre su amigo, hace de él un elogio exagerado, le compara a cierto joven poeta inglés, cuyo nombre no recuerdo en este momento: únicamente que ha escrito poemas fantásticos que hoy gustan mucho, y les ha prometido presentar a su amigo cuando pasara por Chambery de regreso de Suiza: Alfonso se encontraba entonces en aquel país solo, y habitaba en la cabaña de un pescador a la orilla de un lago.

Don Juan Manuel le interroga, y de tiempo en tiempo un relámpago les alumbra y se ven las caras lívidas. ¿Traes una carta? , señor. Ahora no puedo leerla... Dime qué desgracia es esa... ¿Ha muerto? No, señor. ¿Hace muchos días que está enferma? Lo de agora fué un repente... Mas dicen que todo este tiempo ya venía muy acabada.

El doctor Ortiz llama aparte al maestro de posta y le interroga encarecidamente sobre lo que sabe acerca de los extraños avisos que han recibido, asegurándole no abusar de su confianza. ¡Qué pormenores va a oír!

Abre esos ojos azules Do la ternura se anida, Oye mis tiernas palabras Y luego duerme, hija mia. ¿Vés de tu madre la húmeda pupila Que fija en , cual mágica sibila Parece que interroga el porvenir? Si, le interroga, y pide que el destino Matizando de flores tu camino Embalsame de dichas tu vivir.

De lo contrario, si averigua que le desobedecí y puse la planta en las tierras de Clinton, no escapo sin una encerrona atroz y lo menos una semana de rueca y tapicería. Si el barón me interroga no le contestaré. ¡Cómo! Pero es que tendréis que contestarle. Y asegurarle lo que os he dicho, ó lo pasaré muy mal.

En vano se le interroga sobre el modo con que ha hecho tan preciosa adquision, se encuentra con ella como con un hecho apenas distinto de su existencia misma.

Toda la severidad del alcalde desaparece; bondadosamente lo interroga: ¿De qué enfermedad ha muerto tu mamá? ¡Oh, cómo recuerda Juan la emoción con que aquella frase fue dicha! Súbitamente recuperó la confianza y se hizo locuaz.

Al fin, Juan llega; el tren para, y poco después, el coche de los Canzelles se detiene en el vestíbulo de la villa; un criado, de pie, cerca de la puerta, toma la maleta de Juan, en tanto que éste, ansioso, le interroga: ¿Cómo está el señor Aubry, Francisco? El señor Aubry está muy bien, el aire del campo lo restablece, tiene ya muy buen semblante. ¿El señor Juan quiere subir a su cuarto?

«Es un gañán dijo Encarnación examinándole la ropa con tanta severidad coma un juez que interroga al criminal ante el cuerpo del delito... .Ya me ha roto los calzones... Ya verás, Holofernes, ya verás». Turbado por la presencia y los cariños de su hermana, a quien no conocía, Mariano no despegaba sus labios. La miraba con atención semejante a la estupidez.

Quiroga sabe que en un templo hay escondidos objetos preciosos; preséntase al sacristán, a quien interroga sobre el caso; es una especie de imbécil que contesta sonriéndose. «¿Te ríes? ¡A ver!... ¡Cuatro tiradores!...», que lo dejan en el sitio, y las listas de la contribución se llenan en una hora. Las arcas del general se rehinchan de oro.

Palabra del Dia

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