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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Imitando, o mejor diremos, prefigurando al héroe de una novela de Gabriel d'Anunnzio, aunque sin premeditación ni alevosía, sin sutilezas psicológicas y sin celos retrospectivos, sino en el arrebato y en la excitación del insomnio, agarró al Principito y lo arrojó al mar por la ventana del camarote.

El herido parecía estar mejor; los chicos, con los ojos enrojecidos por el insomnio, permanecían inmóviles en el corral, sentados sobre el estiércol, siguiendo con atención estúpida todos los movimientos de los animales encerrados allí. Teresa atisbaba la vega por la puerta entreabierta, volviendo después al lado de Batiste.... ¡Cuánta gente!

Todavía no era ella mi mujer, y ya mi amigo, mi hijo preferido, me engañaba con ella... El adulterio se instalaba en el hogar antes mismo que el matrimonio estuviera consumado. Todo mi porvenir: una vida de sospechas, de recelos, de tinieblas, de ridículo, de días sombríos y de noches de insomnio, se desarrolló a mis ojos, ante aquella sola mirada, como un mapa geográfico. ¿Qué hacer, señores?

Al principio creyó que se trataba de una resolución desesperada nacida del insomnio, que no resistiría a la acción de prudentes consideraciones; pero; cuando se convenció de que mi determinación databa de más lejos, que era el resultado de reflexiones sin réplica y que la llevaría a cabo más tarde o más temprano, ya no discutió ni la opinión que de mismo tenía yo formada, ni el juicio que había formado respecto de mi época y me dijo sencillamente: Pienso y razono sobre poco más o menos como usted.

A veces se me ocurría la idea de marcharme al barco y encerrarme allí; pero me parecía vergonzoso. Por la mañana, después de una noche de insomnio, me decidí a seguir la aventura. Estaba convencido de que en el fondo no tenía cariño por Dolores; de que, probablemente, ella tampoco me quería; que obraba por vengarse; pero no importaba; había que ir hasta el fin. Al día siguiente nos vimos.

La forma aquella, que sin duda era de mujer, avanzó, destacándose en la obscuridad. Venía cubierto de una cosa enteramente blanca, que la hacía más fantástica, y el reflejo de la luna parecía despedir de cierta luz misteriosa. Cuando estuvo cerca, Lázaro la reconoció: era la devota cuyo semblante traía las señales del insomnio y la fiebre. ¡Lázaro! dijo con voz muy débil y muy conmovida.

Dormía al lado de la duquesa, y en sus largas noches de insomnio se asustaba algunas veces del sueño anhelante de la querida enfermera. «Cuando yo haya muerto, pensaba, mamá no tardará en seguirme. No estaremos mucho tiempo separadas; pero, ¿qué será de mi padre

Aquella ciudad, profanada por los judíos y los moros, antojábasele a Ramiro, sumida como un solo ser, en inmenso dolor religioso; y, a la hora del crepúsculo, creía respirar a través de sus calles, errante hálito de vigilia, un aliento febril de insomnio, de penitencia.

San Pablo fué también el apóstol áspero de la castidad. Más vale casarse que abrasarse; pero la castidad es madre de la fortaleza. Una noche de insomnio, meditando y cavilando sobre lo que habría sido de Angustias, creí oír una voz interior, una voz que resonaba con misteriosa certidumbre: «Esa mujer está perdida. A esa mujer la has perdido .

Si el que lea estas líneas ha pasado alguna noche semejante lejos de su patria, bajo las mil circunstancias que excitan el espíritu, sabrá que es uno de los únicos momentos de la vida en que el insomnio no es una amargura insoportable. ¡Se piensa en tantas cosas! ¡Pasan éstas tan rápidas y encantadoras!

Palabra del Dia

ancona

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