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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Eso no es cierto profirió la joven con acento vibrante de indignación , no puede ser más que un mal sueño de los muchos que tienes... Y si Germán hubiera pronunciado esas palabras lo habría hecho burlando y sin intención de causarte la más pequeña ofensa, porque mi hermano es el hombre más bueno y más delicado de la tierra.

Estas notas de los grandes maestros han resonado audazmente en toda la casa; desde el fondo de las habitaciones lejanas, las mujeres enlutadas esas mujeres tristes de los pueblos oirían llenas de espanto y de indignación las melodías de Chopín y Rossini. Una ráfaga de frescura y sanidad ha pasado por el aire; algo parecía conmoverse y desgajarse...

Diríjanse á cualquier magistrado y según el humor en que se halle, les dirá con ironía que se metan en la malla dirigiéndose al ministro del ramo, ó les declarará con indignación que van á dirigir un reto á la justicia. Dirigimos, en efecto, ese reto, exclamó Marenval. Pero no nos dirigiremos á nadie más que á usted, añadió Tragomer.

Traía a la casa todos los domingos a los dos ahijados, con sus mejores ropitas, para que besasen la mano a los padrinos, y el talabartero palidecía de indignación cada vez que los hijos del Nacional recibían un regalo. Venían a robar a los suyos.

La joven replicó con energía que el guasón era él y que bastaba de bromas, que no estaba dispuesta a tolerarlas en esa materia. El duque insistió todavía; pero viendo la indignación real de su querida y no teniendo dato alguno para suponer que fuese ella quien le sustrajo la cartera, recogió velas. En cuanto perdió esta esperanza, su rostro se nubló de nuevo.

Para mayor desgracia estaban las niñas del marqués, Lola y Mercedes. ¡Las veces que su tía se sofocó de indignación, sorprendiéndolas por la noche en una reja baja de su hotel, hablando con los novios, que se renovaban casi semanalmente!

Era evidentemente sobrenatural y sospechoso. Mas como mi racionalismo me impedía atribuir estos tesoros imprevistos a la generosidad de Dios o del Diablo, ficciones puramente escolásticas; como los fragmentos del positivismo que constituían el fondo de mi filosofía, no me permitían la indignación de «las causas primarias, de los orígenes esenciales», pronto me decidí a aceptar el fenómeno y a utilizarlo con largueza.

Este descubrimiento produjo entre los asistentes un grito de indignación; las damas, como se sabe, gustan mucho de las empresas peligrosas... efectuadas por otros. ¡Ya, ya, señor de Bevallan, vaya una bella invención! Ta, ta, ta, señoras. Es la misma cosa que el huevo de Colón. Era preciso saber el cómo.

Es que quisieron venir, te digo. He aquí lo que debe esperarse de esta canalla del Bar. Una carcajada homérica siguió a esta desgraciada manifestación. En este momento, sea que fuera oída la risa en la cocina, o que la iracunda compañera del viejo hubiese apurado todos los restantes modos de expresar su desprecio e indignación, lo cierto fue que cerraron una puerta trasera con gran estrépito.

Al fin dijo en voz más baja y con calma: El honor, querida mía, no nos pertenece; es un depósito que el cielo pone en nuestras manos al nacer y del cual nos pide cuenta al morir. Un relámpago de indignación y desprecio pasó por los ojos de María al escuchar estas palabras.

Palabra del Dia

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