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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Visitó al cardenal para quejarse de las gentes del claustro, y Su Eminencia, que vivía en perpetua indignación, se enfureció escuchándole, faltando poco para que le pegase. ¿Por qué le iba a él con tales cuentos? ¿Para qué le había concedido autoridad? ¿Es que bajo la sotana no tenía nada de hombre? El que faltase a la buena disciplina de la casa, ¡a la calle inmediatamente!

Don Pompeyo sintió el ánimo desfallecer. «Estoy solo; ese capitán Araña me ha dejado solo». Sacó fuerzas de flaqueza, y ayudado por la indignación general, se impuso.

Y Rafael, insensible al ambiente de indignación que se formaba en torno de él; sin dignarse siquiera dirigir una palabra, una mirada a la pobre Remedios que, cabizbaja como una cabrita enfurruñada, parecía llorar el recuerdo de aquellos paseos regocijados bajo la vigilancia de doña Bernarda. El diputado no veía nada fuera de la casa azul; le cegaba su felicidad.

De pronto, el paraíso que llevaba en la cabeza se hizo humo. Recibimos la noticia, no cómo, de la prisión da Von Kramer y de que habías sido su delator. La doctora me increpó, haciéndome responsable de todo. Por te había conocido, y esto fué bastante para que me incluyese en su indignación. Todos los nuestros hablaron de tu muerte, deseándotela con los más atroces martirios.

¿Yo? dijo con la ruborosa indignación de una virgen de cuya virtud se duda . ¿Y ustedes lo han creído?... ¡Nadie, nadie! exclamó Butrón soltando el resoplido inmenso de un gigante a quien quitan de sobre el pecho una montaña Nadie ha dudado ni por un momento de tu lealtad, hija mía querida, y cree que...

La figura blanca le echó los brazos al cuello y acercando la boca á su oído le dijo con acento tembloroso, en el cual se percibía al mismo tiempo cierta ferocidad: Quiero... ¡quiero que te vengues de ese infame! Y acabando de decir estas palabras, volvió la cabeza hacia la puerta, y sus ojos hermosos, rasgados, centellearon de indignación. Un paquete de cartas.

Entonces los que esperaban se avalanzaron hacia él entre humillados y rabiosos gritando y preguntándole a grandes voces: ¡Profanación! ¿Quién eres? ¿Por dónde has subido? Mientras el feliz mortal, mirándoles sin comprender su indignación, respondía con la mayor frescura: Soy Perico Mediano, y he subido por la escalera de servicio.

Marta le escuchaba con atención profunda, revelando en su semblante todas las fases de la indignación; tiraba cada vez con más fuerza de las sábanas y las doblaba atropelladamente sin apartar los ojos de los del narrador.

Un día, en que a ella se le antojó que tenía una inflamación del hígado... en el bazo, fue en busca de su esposo y le encontró en su alcoba tocando la flauta. Su indignación no encontró palabras; allí no había elocuencia posible, a no ser la del silencio... y la de los hechos. «Ella muriendo de un ataque al hígado y él... ¡tocando la flauta!». Aquello merecía testigos, y los tuvo.

No es solo en la hepatitis ocasionada por la indignacion ó la cólera la en que la manzanilla tiene su oportunidad, sino en todas las fluxiones é inflamaciones que reconocen las mismas causas, que presentan la misma irritabilidad de la fibra, la misma tension, el mismo estado de espasmos.

Palabra del Dia

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