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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Pensó en el otro, en el falso diplomático, en aquel Von Kramer que tal vez había dirigido el torpedo que despedazó á su hijo... ¿No haría el demonio que lo encontrase alguna vez?... ¡Qué placer verse á solas los dos, frente á frente! Al fin huía de la soledad del camarote, que le atormentaba con los deseos de una venganza impotente.
Y como si presentase á otra persona, dijo sus nombres ceremoniosamente: Archibaldo von Kramer, teniente de navío de la flota imperial... Su personalidad de diplomático no era enteramente falsa. Había servido como agregado naval en varias Embajadas. Luego le dió instrucciones para el regreso. Podía esperar frente á Palermo. Un bote vendría en busca suya para llevarle á tierra.
Comprendo tu odio: no puedes olvidar el torpedeamiento del Californian... Pero debías haber denunciado á Von Kramer anónimamente, sin que él supiese de quién partía la acusación... Has procedido como un loco, como un meridional; eres un carácter arrebatado que no teme el mañana. Ulises hizo un gesto de desprecio. El no gustaba de tapujos y traiciones: su procedimiento era el mejor.
¿Qué has hecho, Ulises?... ¿qué has hecho? siguió diciendo Freya con desesperación. Sabía todo lo ocurrido en el puerto de Marsella, é igualmente lo sabían los infinitos agentes que trabajaban por la mayor gloria de Alemania. El marino Von Kramer, desde su encierro, había hecho conocer el nombre de su delator. Ella se lamentó de la franqueza vehemente del capitán.
El capitán Ferragut era para ella una especie de demonio invulnerable y victorioso, que escapaba á todos los peligros, matando á los servidores de la buena causa. Primeramente, Von Kramer; ahora, Karl... Como le era necesario desahogar en alguien su cólera, había hecho responsable á Freya de todas las desgracias. Por ella conocía al capitán y lo había mezclado en los asuntos del «servicio».
La noche en que me irritaste con la furia de tus deseos, y yo me defendí estúpidamente, como si fueses un extraño, concentrando en tu persona el odio que me inspiran todos los hombres, esa noche lloré al verme sola en mi cama. Lloré pensando en que te había perdido para siempre, y al mismo tiempo me sentí satisfecha, porque así te librabas de mi influencia... Luego llegó Von Kramer.
Continuó el desembarque de combustible. Ferragut vió á Von Kramer introduciéndose por la capota abierta de uno de los submarinos. Luego creyó reconocer en el otro sumergible á dos marineros de los que habían tripulado la goleta, los cuales fueron recibidos con gritos y abrazos por sus camaradas, metiéndose á continuación por una escotilla tubular. La descarga duró hasta media tarde.
El recuerdo de Von Kramer surgió algunas veces en su memoria. «¿Lo habrían fusilado?...» Quiso saber, pero sus averiguaciones no obtuvieron gran éxito. Los Consejos de guerra eludían la publicidad de sus actos de justicia. Un negociante marsellés amigo de Ferragut se acordaba de que, algunos meses antes, había sido ejecutado un espía alemán sorprendido en el puerto.
Lo ocurrido á Von Kramer la había hecho recelosa y suspicaz, y cuando necesitaba auxiliares sólo admitía á sus compatriotas que vivían en Barcelona. Una banda feroz y decidida se había agrupado en torno de ella. Eran refugiados procedentes de las repúblicas de América del Sur, parásitos de las ciudades de la costa ó vagabundos de las selvas del interior.
Una cacería humana iba á desarrollarse en la noche, y él, Ferragut, sería el gamo acosado por la canalla del bar. «¡Ah, no!...» El capitán se acordó de Von Kramer galopando míseramente en pleno día por los muelles de Marsella... Si lo habían de matar, que no fuese huyendo. Continuó su avance con paso rápido. Adivinaba el plan de sus enemigos.
Palabra del Dia
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