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Actualizado: 4 de mayo de 2025
El mejor medio era dar un gran escándalo que le hiciera indigno de las santas y respetables funciones que a despecho suyo querían conferirle. Esto no era fácil, porque Arturo, tanto por carácter como por educación, no podía prestarse a nada que afectase a su honradez y severidad de principios.
Este proyecto era nada menos que el de trasladar la fuente de Apolo del Prado al centro de la Puerta del Sol. ¡Y que un mercachifle indigno como Pérez, de criterio estrecho, sin gusto y sin estética, se atreviese a disputarle el puesto!
Don Andrés comenzaba, como era de esperar. ¿Te parece bien lo que has hecho? Al ver que él, cobardemente intentaba mostrarse asombrado, asegurando que nada había hecho, que había venido a Valencia por un asunto insignificante, el viejo se indignó. No mientas: o somos hombres o no lo somos. Tú debes sostener lo hecho, si te figuras haber obrado bien.
Pues yo digo que tú eres el monstruo, tú el criminal, tú el indigno de perdón. Acuérdate de aquellos días del año 13, cuando se dio la batalla de Vitoria dijo Salvador con violencia . ¡Oh! fuiste tú quien me provocó. ¡Fuiste tú!. ¡Tú! Repito que tú. La disputa se agriaba. Salvador quiso calmarla con un ademán de conciliación. Navarro respiraba como quien se va a ahogar.
¡Cómo no he de estarlo, señora! ¡Cómo no he de estarlo si lo que me pasa a mí!... exclamó el joven apretando las rodillas con sus manos crispadas. ¿Pero qué le pasa, criatura? preguntó la señora con una entonación que decía bien claro que lo sabía. Ya sé que soy un indigno gusano... ¡Dale! ¡Cálmese usted, Timoteo, cálmese!
Cuando Maltrana terminó el bachillerato, la señora se lo llevó a su casa. No podía seguir en el Hospicio, y era indigno de un futuro sabio, de un señorito, vivir en la casucha de su madre. Isidro comenzó a seguir en la Universidad Central los cursos de Filosofía y Letras. Quería ser doctor, luego catedrático, y después... ¡quién sabe a lo que podría llegar después!...
Y juro -añadió don Quijote-, por la orden de caballería que recebí, aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, que si en esto, señor, me complacéis, de serviros con las veras a que me obliga el ser quien soy: ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla, como os lo he prometido.
Amigo lector: Permítame usted que le dé el mismo consejo con que ya favorecí al amigo de quien he hablado antes. Si alguna vez necesita usted que le operen, llame usted a un medicucho cualquiera. Llame usted a un sastre. Llame usted a un barbero o a un ebanista; pero no llame usted a un gran cirujano... Cuando se decretó en Madrid la vacuna obligatoria, todo el mundo se indignó.
Una hora estuvo Camucha contando los detalles. Yo la oía sin escucharla. Entonces sucedió algo cómico. A propósito de lo que contaba reclamó mi opinión. ¿A ti te parece, dime? Sí, Camucha, le contesté al azar. Todos pusieron una cara de sorpresa. ¿Entonces tú lo defiendes, a ese pillo? Yo había aprobado, sin vacilación, inconscientemente, la actitud del novio indigno". "13 de junio.
Como en la Audiencia, en todos los balcones de la carrera, después de pasar la procesión y haber contemplado y admirado la hermosura y la valentía de la Regenta, se murmuraba ya y se encontraba inconvenientes graves en aquel «rasgo de inaudito atrevimiento». Foja en el Casino, lejos de Mesía y don Víctor, decía pestes del Magistral y la Regenta. «Todo eso es indigno.
Palabra del Dia
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